Mientras desayunaban en el salón lateral, Ambrose le contó a Heather lo del ataque a la Puerta del Elíseo.

Al final, Ambrose suspiró y dijo: “El Tío Wilson tenía miedo de que me dejara llevar por el odio, así que me pidió que me quedara aquí temporalmente”.

Al enterarse de la situación, el delicado rostro de Heather también se llenó de dolor. “Esa gente del Palacio del Dragón Marino es realmente despiadada. Mataron a mucha gente”.

“El Tío Chester lo hizo por tu propio bien. Después de todo, el enemigo es un oponente poderoso”.

Hablando de eso, Heather sonrió suavemente. “Ambrose, déjame llevarte a dar un paseo para que te relajes”.

Ella sabía que era inútil por mucho que intentara consolarlo. Lo único que podía hacer era acompañarlo a relajarse.

“¡De acuerdo!”.

Ambrose asintió y terminó el último bocado de gachas. Entonces, salió del salón lateral con Heather en dirección a la montaña del norte. Había un valle y un lago al norte de la Secta del Héroe Oculto. El paisaje era hermo