Darryl se lamió los labios mientras examinaba la carne de conejo en la mano de Andrés, pero no respondió a su pregunta. Él, al igual que Goliry, estaba cansado y hambriento. Cuando olió el aromático sabor de la carne, su estómago gruñó. Sin embargo, sabía que el astuto Andrés no le daría la carne tan fácilmente.

Cuando Darryl no respondió, Andrés se burló y colocó la carne delante de él. "Dilo si tienes hambre. Aunque seas un cautivo, aún tienes derecho a comer algo. Goliry y yo no te torturaremos".

Darryl inhaló profundamente y preguntó: "¿Qué quieres?".

Andrés se rio. "Eres muy astuto al darte cuenta de que hay gato encerrado. De acuerdo, no me voy a meter contigo. Solo tienes que ladrar como un perro y te recompensaré con un trozo de carne". Andrés observaba la reacción de Goliry al mismo tiempo.

Era cierto. Aunque quería vengarse, también intentaba complacerla.

Goliry comió la carne de conejo como una dama. Los observaba en silencio y no tenía intención de detenerlos. Antes, l