‘¿Es en serio? Ella no se atrevería a matarme tan pronto, ya que no sabe cómo abrir el Candado Secreto Celestial’.

Con eso en mente, Darryl miró a Kendra a los ojos y le dijo: “Si de verdad quieres saberlo, puedo decírtelo, pero tienes que desatarme primero”.

‘¿Qué?’.

Kendra se quedó boquiabierta. Miró a Darryl con diversión y se burló con desdén. “Eres valiente. ¿Crees que estás en condiciones para negociar conmigo?”.

Al terminar la frase, movió los pies y pisó la cara de Darryl. Entonces, añadió con frialdad: “Si no deseas morir, será mejor que me lo digas ahora”.

La ira brotó en el pecho de Darryl. Era humillante para él, el Sabio de los Nueve Cielos, el maestro del Emperador Celestial, el héroe de los Nueve Continentes, que una mujer le pisara la cara. Kendra era en efecto una chica hermosa, pero tenía un corazón despiadado y despreciaba la dignidad de los demás.

Apretó los dientes. “No lo diré a menos que me dejes ir”.

“¿Te niegas a hablar?”. Kendra estaba furiosa y pisó co