En algún lugar debajo del acantilado, Florian abrió gradualmente los ojos. Estaba cubierto de sangre.

"¿Estoy vivo?", Florian quería llorar. Había tenido suerte. Cuando cayó por el acantilado, pensó que era un hombre muerto. ¿Quién iba a imaginar que un árbol rompería su caída?

Ese era el único árbol en la cara del acantilado; caería si se moviera aunque fuera un poco.

"Ayuda…".

Florian entró en pánico cuando empezó a gritar. Trató de estabilizar su agarre en el árbol.

El árbol había crecido en medio de las paredes del acantilado. Las paredes estaban resbaladizas, por lo que no podía escalar para ponerse a salvo. El mar estaba directamente debajo de él. No había forma de que él se moviera hacia arriba o hacia abajo.

Florian finalmente sacó su teléfono celular para pedir ayuda.

Quiso llorar cuando se dio cuenta de que no había señal en su celular.

'¡M*erda! No llegué a violar a la chica y casi muero por su culpa’, pensó Florian.

Unos momentos después, Florian se dio cuenta de q