“¡Honorable Archidemonio!”.

En ese momento, uno de los soldados demoníacos entró en la tienda. En un tono cuidadoso, preguntó: “Darryl Darby se ha desmayado. ¿Qué debemos hacer con él?”.

La cara del Archidemonio Antígono brilló heladamente. “¿Qué más se puede hacer? Mátalo. Destruye su cuerpo y alma de hada”. Darryl Darby ya no les servía y no tenía sentido mantenerlo cerca.

“¡Sí, Honorable Archidemonio!”.

El guerrero demoníaco se apresuró a obedecer la orden, apresurándose para encargarse de Darryl.

“¡Esperen!”.

Morticia, quien había estado en completo silencio todo ese tiempo, los detuvo. “Darryl Darby no es solo un humano promedio, Honorable Archidemonio. Sería un desperdicio matarlo. Sugiero que lo mantengamos con vida. Podría sernos útil en el futuro”.

Mientras hablaba, los exquisitos rasgos de Morticia irradiaban sinceridad y seriedad.

Morticia no sabía por qué quería salvar a Darryl. Sin embargo, no había sido una hazaña fácil traer a Darryl de la Montaña Sellada del Dem