Cuando las bestias encantadas, el Rey Tigre Blanco, Fénix Colori y los demás habían alcanzado un cierto nivel de cultivo, necesitaban superar una catástrofe, por lo que eran muy conscientes del poder del Rayo Celestial.

Tras varios días y noches de feroz batalla, el Rey Tigre Blanco, Fénix Colori y el Rey Tortuga Negra casi habían agotado todo su poder. Bajo esa circunstancia, era imposible que resistieran el bombardeo del Rayo Celestial. No había duda de que acabarían convertidos en cenizas.

El rostro del Rey Tigre Blanco estaba sombrío, pero sus ojos estaban decididos ante la muerte. Al ver los truenos y relámpagos sobre su cabeza, los ojos del Rey Tigre Blanco se enrojecieron mientras decía con orgullo: “Rey Tortuga Negra, Fénix Colori, aunque hayamos perdido la batalla, podemos descansar en paz sabiendo que hemos luchado valientemente hasta el final. ¡Tengo plena fe en que Su Excelencia Darryl volverá y nos vengará! Además, es solo un pequeño trueno y rayo”.

Lucía un poco loco