En ese momento, el Paladín del Pegaso, el Paladín del León Dorado y los demás se pusieron en contra de la idea de Bonnie.

Bonnie se disgustó cuando vio que los doce paladines permanecieron callados y sus expresiones habían cambiado. “¿Y ahora qué? ¿Tienen alguna pregunta?”.

No era ruidosa, pero su aura intimidante era abrumadora. Para Bonnie, aunque los doce paladines eran poderosos, estaban envenenados y sometidos. Ellos morirían si fueran en contra de los deseos de Bonnie. Todavía no tenía idea de que el veneno había sido eliminado de sus cuerpos.

Finalmente, el Paladín del Pegaso fue el primero en entrar en razón. Llevaba una sonrisa en su rostro mientras decía: “Diosa de la Luz, no le decepcionaremos”.

Quería pelear con Bonnie en ese momento, pero se contuvo después de recordar el consejo de Darryl.

Bonnie asintió y se fue.

Tan pronto como se marchó, el Paladín del León Dorado ya no pudo contener su ira y regañó al Paladín del Pegaso: “¿Por qué aceptaste sus demandas? Hemos r