”¡Perdiste!”, dijo Darryl, sonriéndole a Holden mientras estaba de pie allí con las manos detrás de la espalda.

Holden apretó los dientes y miró a Darryl. No estaba contento con la derrota, pero no tenía forma de negarlo.

En ese momento, Ivy se acercó y le gritó a Holden: “¿Este hombre ni siquiera tiene un arma y no pudiste vencerlo? ¿Qué te pasó hace un momento? ¿Por qué no lo esquivaste? Te quedaste allí y dejaste que te pateara”.

Ella pensó que Holden ganaría; no esperaba una pérdida tan vergonzosa.

“Señorita Ivy, yo… yo no sé qué pasó. Simplemente no podía moverme”, dijo Holden, con ganas de llorar, pero no tenía lágrimas.

Era el caballero más famoso de toda la Ciudad de San Morio. Fue vergonzoso para él perder ante un hombre desconocido. Holden estaba deprimido y no quería cambiar su percepción de Darryl a pesar de la derrota. Seguía pensando que su derrota solo fue pura coincidencia.

Luego, Dominic se acercó y soltó una carcajada mientras le decía a Ivy: “Ivy, ¿viste eso? E