Katherine respiró hondo antes de continuar, “Las posibilidades de dominar estos manuales son solo una entre mil. Por lo tanto, no te hagas ilusiones de dominarlos en esta ocasión”.

¿Qué tan difícil podría ser?

Darryl frunció el ceño. “Señorita Katherine, ¿cuándo puedo entrar?”, preguntó.

“Puedo llevarte allí ahora mismo”, ella respondió.

“Señorita Katherine, por favor espere aquí un rato”, interrumpió Darryl. Corrió hacia Circe con una mirada de disculpa en su rostro.

“Circe, lo siento mucho”, se disculpó, “tengo un asunto con la Señorita Katherine. Parece que no podré comer contigo. ¿Podemos posponerlo para otra ocasión?”.

Comer con una mujer hermosa era tentador, pero ¿quién podría resistirse a dominar los manuales de una de las Seis Sectas Ortodoxas?

“Está bien”. Circe asintió con tristeza y respondió sin rodeos. ¡Ningún hombre la ha rechazado jamás! Darryl era el primero.

Media hora después, Darryl siguió a Katherine a la biblioteca. La campana de la escuela acababa de sona