¿Su líder acaba de referirse a ese mocoso como su buen hermano mayor? La pregunta resonó en sus mentes luego de haber escuchado esas palabras. Lillian siempre había sido muy respetada como líder del Equipo de Mercenarios Espina de Sangre. A pesar de ser mujer, nunca se había comprometido o rendido sin importar el obstáculo. No obstante, ella le habló a aquella escoria con un tono tan amable. Los hombres se pusieron furiosos; Otis más que nadie. Lillian era una diosa y la mujer de sus sueños en su corazón. Verla coquetear con otro hombre justo en frente de él era simplemente una tortura, pero sabía que debía soportarlo si deseaba vivir.

Satisfecho de que Lillian finalmente bajara de su alto corcel, Darryl asintió y sonrió, sintiéndose conmovido. “Está bien, ya que lo pediste amablemente, los salvaré como desees”. Él se acercó para pararse frente a Otis y los demás mientras decía: “Hoy te perdono porque respeto a tu líder, pero ten en cuenta que no habrá una segunda oportunidad si vuelv