“¡Oye, Hermosa! A pesar de que han pasado tantos años, todavía pienso en tu ternura cuando es tarde por la noche. Además, ¡no habría encontrado el Hacha Rompecielos sin tu ayuda, y no estaría aquí hoy!”. Donoghue se acercó y cargó a Yumi a la cama. Él admiró su belleza de cerca. Sus ojos eran como una bestia que acechaba a Yumi.

‘¡Qué hermosa!’. Él no esperaba que Yumi siguiera siendo tan sensual después de tantos años. En ese momento, Yumi estaba con una falda corta que mostraba su figura sensual. “Déjame ir…”. Yumi estaba casi al borde de las lágrimas. Ella continuó gritando.

“¿Dejarte ir? Tu esposo desertó del Nuevo Mundo hacia mí. Si te dejara libre, ¿a dónde irías? Además, fue tu marido quien accedió a que te quedaras en el palacio. Dime, ¿no es este nuestro destino?”. Donoghue se rio entre dientes. Él estaba indeciblemente emocionado. Luego, Donoghue besó los labios rojos de Yumi.

“¡Vete!”, Yumi gritó en voz alta, pero sus puntos de acupuntura estaban sellados, así que no p