”¡Florian, idiota! Me dijiste que tenías deberes oficiales hoy y que no estarías en casa esta noche. ¿Es este tu supuesto deber oficial? ¿Cómo pudiste hacerme esto? ¡Bastardo! ¿Siquiera te da pena hacerme esto?”.

¡Tum!

Florian entró en pánico al sentir la ira ardiente de su esposa. Se arrodilló inmediatamente en el suelo y se abofeteó repetidamente. “Mi querida esposa, me he equivocado. Soy peor que un animal. Estoy obsesionado con el sexo. Lo siento. Lo siento…”.

Él trató de explicarse a sí mismo: “En realidad, no le he hecho nada. Solo la estaba interrogando”.

Aún estaba por quitarse la ropa o tocar a Debra. ¡Él definitivamente podría escaparse con mentiras!

“¿Has dicho que la estabas interrogando?”.

Yumi se rio entre dientes; no podía creer lo que oía. “Entonces, ¿qué hay de la comida y el vino? La has drogado, ¿no es así?”.

Yumi conocía bien a su esposo. Él era extremadamente lujurioso, y con un vistazo, ella podía reconocer que estaba mintiendo.

Eh…

Florian estab