En ese momento, Hunt miró a la Abuela Lyndon y sonrió. “Abuela Lyndon, usted es la cabeza de la familia. Si no quiere que su nieto resulte herido, ¡debería ayudarlo a pagar los cinco millones de dólares!”.

Aunque él estaba sonriendo, sus palabras estaban llenas de amenazas.

“Señor Carlson, usted puede ver la situación en la que nos encontramos ahora; de dónde sacaríamos cinco millones de dólares”. La Abuela Lyndon lucía amargada y no se olvidó de mirar a William.

‘He mimado demasiado a este nieto. Él ha sido rebelde y sigue causando problemas a la familia’, pensó la Abuela Lyndon.

‘¿No tienes dinero?’. Hunt sonrió con frialdad. “Abuela Lyndon, aunque cinco millones no es demasiado, tampoco es una suma pequeña. No puede simplemente decir que no tiene el dinero y asumir que está bien. Como no tiene el dinero, ¡no me culpe por lo que voy a hacer!”.

Cuando dijo eso, la cara de Hunt se veía fría mientras le ordenaba a sus guardaespaldas detrás de él. “¡Corten una mano y una pierna!”.