Magnolia miró aturdida al hombre que tenía delante: este accidente había sido tan repentino, se habían enterado de la noticia sus hermanos, ¿no? Deberían llegar ellos más rápido.

Cuando oyó el sonido de un helicóptero en el coche, pensó que eran sus hermanos.

Pero no esperaba que bajara Ricardo.

Los finos ojos del hombre se entrecerraron ligeramente, —¿Qué? ¿Estás decepcionada de verme?, ¿quién creías que venía?

—La policía.

Magnolia continuó, —no me había dado cuenta de que el presidente Vargas, que estaba tan ocupado, llegó primero. Me sorprendió.

—No pienses demasiado, simplemente no quiero que se sepa que mi esposa fue secuestrada a las montañas, tengo que mantener mi imagen.

Ella bajó los ojos y supo que Ricardo no había venido tan rápido por ella.

Luego, el hombre se levantó con una caja médica en la mano, —Ya que estás tan viva, me iré yo primero.

Magnolia vio como el hombre se daba la vuelta sin piedad, e instantáneamente se asustó un poco, —¿te vas así?

Vio como el helicóptero