—Esta casa monoambiente nos ha dado tanto—se movió al compás de la canción que solo sonaba en su mente—. Nos ha visto crecer, reír, llorar, amar…¡Así que tenemos que dejarla limpia y brillante antes de irnos!—se giró hacia su prometido, que también la estaba ayudando—. ¡Oye, Evan, mira…!Lo vio echando una cantidad absurda y excesiva de jabón a un mueble para limpiarlo. El mueble estaba cubierto de espuma y no se veía nada más. Abbey chilló.—¡Pero qué haces!—corrió hacia él y empezó a quitar la espuma y el jabón del mueble, con gesto de horror—. ¡Esto es un exceso de espuma y jabón! ¿¡Cómo es posible que no sepas hacer las cosas más básicas de la casa!?Evan dejó sus utensilios de limpieza y se cruzó de brazos, ofendido.—¿Y cómo quieres que lo sepa? Nunca he limpiado ni hecho este tipo de cosas en mi vida. Siempre he tenido a alguien que lo hiciera por mí.—Madre mía—Abbey negó con la cabeza y con aire de superioridad dobló su trapo húmedo y se levantó para aclararlo fuera—. Cariño,
—¿Qué dices? ¿Ir a Canadá en tres días?—bramó y golpeó la mesa con furia, sin medir las consecuencias—. ¡Estás loco, eso es imposible!—¿Qué pasa? ¿No te gusta la idea?—Mont Jones se recostó en su sillón—. Canadá es la tierra de las oportunidades, donde tus sueños se harán realidad. Piénsalo bien.El joven CEO no podía articular palabra. Parecía un pez fuera del agua, abriendo y cerrando la boca. Su tío tenía razón. Canadá era el país donde podría alcanzar el éxito y seguir sus sueños con pasión. Pero sintió un nudo en la garganta, y miró de reojo a su futura esposa, que estaba de pie a su lado, escuchando atentamente la conversación.Lo que no esperaba era el tremendo puñetazo que Abbey le propinó en el hombro, haciéndolo caer al suelo.—¡Ay! ¿Qué te pasa?—se quejó, masajeándose la espalda adolorida.El tío alzó las cejas, divertido por el espectáculo de la pareja.—¡Qué maravilla, amor!—Abbey saltó de alegría—. ¡Es una gran oportunidad para cumplir tus sueños! ¡No la dejes escapar,
—Señoras y señores gracias por la espera—Mont habló en el micrófono desde la tarima, observando desde arriba, a todos los presentes en la importante fiesta—. Por primera vez…Me gustaría presentarles formalmente al heredero de la empresa Jones. Mi sobrino: Evan Jones.Un estruendo de aplausos y ovaciones se desató en el auditorio. Abbey estaba entre el público, con los ojos brillantes de admiración por su prometido. No se dio cuenta de que Darleen se le acercaba sigilosamente.—Vaya, qué feliz te ves—Darleen le susurró al oído con un tono sarcástico.Abbey se sobresaltó y se giró para ver a Darleen, que tenía una expresión sombría. Era raro ver a Darleen tan seria o sensata, así que le prestó atención.—Sabes que el amor de tu vida se va a marchar muy pronto, ¿verdad? Yo estaría hecha un mar de lágrimas si fuera tú…Abbey le sonrió con compasión al oír el dolor en la voz de la ex novia de su novio.—No creas que no estoy triste—le dijo con sinceridad.Darleen arqueó las cejas mientras
Evan besó la frente de Abbey, continúo dejando besos en su cachete y cuello. Abbey se retorció bajo las caricias de su novio.—Evan…—gimió cuando sintió los dientes de él le pellizcaron la unión de sus senos, debajo del sostén.Pensó que seguiría, sin embargo, levantó la cabeza. Abbey arrugó el ceño, confundida.—¿Qué pasa? ¿Por qué no sigues?Evan entrecerró los ojos, viendo un costado de la cabeza de ella.—Espera un momento.Fue a paso pesado hacia la puerta bajo la mirada atónita de su novia. —¿Eh? ¿Evan?—se tapó con la sábana mientras lo veía cerrar la puerta con llave, bajar las cortinas e inclusive apagar su propio celular.Evan fingió limpiarse el sudor de su frente mientras suspiraba con alivio.—De este modo nadie nos interrumpirá.Abbey aguantó una carcajada. ¡Su novio está desesperado!—Perdón por hacerte esperar, Abbey—Evan le acarició la mejilla. De repente a Abbey un tipo de ira le subió por la espina dorsal. Agarró una almohada y miró a Evan.—¡Maldita sea! ¡Arruina
Ha pasado un año desde que Evan fue a Canadá. Mantuvieron el contacto tanto por llamada como por videollamada, todos los días, así que no se perdió el interés el uno con el otro.Pero un día, todo cambió. Abbey sintió que el corazón se le rompía al leer el mensaje que le envió su prometido.—Lo siento, Abbey. Estoy muy ocupado con el trabajo. No sé cuándo podré volver a hablar contigo.Ese fue el último rastro de Evan que Abbey recibió. Por más que intentó comunicarse con él, no obtuvo respuesta alguna. Ni una llamada, ni un mensaje, ni un correo. Nada.No podía soportar más la incertidumbre y el dolor. Decidió tomar el primer vuelo a Canadá, dispuesta a encontrar a su prometido y aclarar las cosas.Al llegar a Canadá, ella quedó maravillada con la belleza del país. Los paisajes, la cultura, la gente. Todo le parecía fascinante.—¡Qué lugar tan hermoso! ¡No me extraña que el turismo en Canadá sea tan popular!—exclamó, mientras caminaba por las calles con su maleta—. Seguro que Evan se
La sorpresa solo tardó en su sistema dos segundos. —¡Abbey!Evan la vio desde el barco y se lanzó a correr hacia la entrada, donde unos trabajadores estaban a punto de retirar la escalera.—Vamos, ya zarpamos. Quiten eso de ahí...Pero Abbey no se dio por vencida. Aceleró el paso y se abrió paso entre la multitud.—¡Dejen esa escalera en su sitio! —gritó, haciendo que los trabajadores se apartaran asustados.Subió los escalones de dos en dos, con el corazón en un puño. Solo quería llegar al barco y abrazar a su prometido. Pero el barco ya se había separado del muelle.Miró hacia abajo, al mar inmenso y oscuro. No sabía nadar.—No lo voy a conseguir...Los trabajadores le gritaron desde abajo:—¡Para!—¡Es muy peligroso! ¡Te vas a caer!Abbey cerró los ojos.—Solo quiero estar con Evan...—¡Abbey! —la voz de Evan resonó desde el barco. Estaba en la puerta, con los brazos abiertos y una sonrisa radiante—. ¡Ven! ¡Salta y yo te cojo!Abbey le devolvió la sonrisa, retrocedió unos pasos pa
—¡Oh, no, están secuestrando al CEO Jones!—¡Tío Mont!—Evan lanzó un grito desesperado mientras se aferraba al pasamanos y observaba cómo los secuestradores arrastraban el cuerpo inerte de su tío a una lancha rápida.—¡Evan, no hagas ninguna locura!—Abbey abrazó a su novio que estaba a punto de saltar desde el piso de arriba hasta la cubierta del crucero para perseguir a los que se llevaban a su tío.El mayordomo, que estaba cerca, se dirigió al personal del crucero:—¡No se queden ahí parados! ¡Llamen a la guardia costera ya, es una emergencia! ¡Movilicen a los uniformados!Abbey seguía con la vista fija en la lancha que se alejaba, sin poder asimilar lo que acababa de pasar.—¿Qué está ocurriendo? ¿Qué ha sido todo esto?Stephen cogió una manta y la puso sobre los hombros de Magali, para que se sintiera un poco más protegida.—Es increíble que esos individuos hayan sido capaces de secuestrar al CEO Mont Jones.—¿Qué?—Abbey se giró hacia el mayordomo—. ¿Sabes algo Stephen? Tienes que
Mont recibió el puñetazo número 45 en la cara. La sangre le salpicó los labios y los dientes. Los escupió con rabia, sin apartar sus ojos rojos de los que lo rodeaban.Uno de ellos soltó una carcajada al verlo tan maltrecho y desafiante, como si aún tuviera fuerzas para intimidarlos.—¿No te das cuenta de que te has buscado esto tú solito? —le espetó—. Si nos hubieras hecho caso cuando te lo pedimos amablemente, te habrías ahorrado este sufrimiento. ¿O es que te gusta que te peguen?El otro chasqueó la lengua.—Bueno, no importa, si es ese miedoso niño, estoy seguro de que sí vendrá y aceptará de buena gana el trato.—Vamos a obtener un montón de dinero gracias a ti…Mont sonrió mientras saboreaba el sabor de su propia sangre en su boca.—Mi sobrino…no es ingenuo, ¿Saben?En ese momento, un enmascarado secuaz abrió la puerta con fuerza.—¡Alerta! ¡Tenemos compañía y se acerca muy rápido!Los demás salieron a ver qué ocurría. Una estela de espuma les seguía. Una moto acuática se lanza