Los tres amigos, algo más tranquilos, entraron a la oficina de Orlando.-Lore, no podés salir corriendo. -Sí, Facundo es el hijo de Edith y era un tema muy importante, es más, él es mi escudo.-¿No podés conquistarla sin poner a su hijo en el medio?Le pregunta Leonardo, sin dejar el sarcasmo de lado.-¿Pensás que la llevé a la cama, invocando el nombre de su hijo?Le respondió molesto.Leonardo no se ofendió, más bien se divertía con la situación.-¡Estás obsesionado con ella, serías capaz!-No… tal vez sí, no para llevarla a mi cama, pero haría cualquier cosa por estar con Edith, ella es tan… sensual, tan suave, es distinta, te juro que cuando la vi por primera vez, me sentí atraído por un imán, claro que al principio podía decir que era un juego, pero con ninguna mujer me sentí igual que con ella.-Todo lo que quieras, sin embargo no es suavecita, se planta hasta con soberbia, cuando algo no le gusta.-Ella no es soberbia.-No digo que lo sea, por ahí no es la palabra que estaba b
Finalmente, Lorenzo se marchó a su casa, y luego de tomar los documentos necesarios, pasó a buscar a Facundo, ya que su hogar, quedaba de camino al aeropuerto en donde tenía un hangar propio.Subieron al avión, Facundo se desenvuelve perfectamente en aeropuertos y en aviones privados.Lorenzo hablaba poco, la ansiedad lo estaba dominando, pero Facundo respetaba sus silencios, él también estaba ansioso, era todo muy bizarro.Le parecía increíble cómo sucedían las situaciones, sin dudas la vida no era rutinaria.La vida mutaba constantemente, porque al perder a su padre, todo había cambiado, en realidad cambió desde el momento en que se desmoronó ese maldito edificio.El cambio se sintió en el momento en que se presentó la policía en su casa, informando que había encontrado el cuerpo sin vida de Paolo Simone.Luego vino un tiempo gris, de mucha desazón.Su madre comenzó a trabajar de camarera.Por suerte le pagaban muy bien y pudieron conservar la mansión y el auto.Aunque en el momento
Edith estaba ansiosa, había hablado con Julián, quién le ofreció que tanto Facundo como Lorenzo, se hospeden en su casa.Por un lado, conocía a Lorenzo, tenían acciones en común en alguna que otra empresa, sabía que era uno de los mejores amigos de Leonardo y de Orlando, el círculo al que ellos pertenecían, no era demasiado grande.Por otro lado, Facundo era el hijo de Edith, no correspondía que se hospede en un hotelJulián evaluaba todo.Sabía lo impulsivo que era Lorenzo, al menos la fama la tenía y no quería que la termine besando en la calle o que alguien reconozca a Edith saliendo de un hotel, en compañía de ese hombre.-Andá a buscarlos con el auto oficial.-¿Te parece?-Linda, va a llamar menos la atención, si en ese aeropuerto llegás con el auto de la embajada, aparte, evitéis hacer trámites, perdés menos tiempo.Julián era un hombre generoso, más allá de que pensara también en su conveniencia.La panza de Edith, comenzaba a lucir abultada, aunque había que mirarla dos veces,
Recorrieron gran parte de la ciudad, no era tan grande, pese a ser una gran capital.A esa hora el tráfico era normal, y aunque el frío en la calle apremiaba, ellos estaban calentitos por la calefacción del auto.Por ese mismo frío y aunque sus habitantes estaban acostumbrados a sentirlo, era que prácticamente no había personas caminando por las aceras.Luego de viajar por 45 minutos, llegaron a uno de los barrios más residenciales de la ciudad, era un sector exclusivo, al que no muchos tenían acceso.A Lorenzo no le llamó la atención la zona, él estaba acostumbrado a vivir rodeado de lujo.El auto ingresó a una imponente mansión.Enseguida fueron recibidos por Julián, que les dio una cálida bienvenida, aunque a Lorenzo le pareció falsa.-Espero que estén cómodos, son mis invitados de lujo, siéntanse como en su casa, pueden entrar o salir, y por supuesto, pueden quedarse todo el tiempo que necesiten o deseen--Muchas gracias, Julián.Dijo por compromiso, Lorenzo.-Sólo hay un detalle.
Apenas cerraron la puerta del dormitorio de Edith, no hubo palabras, tantas cosas que tenían que hablar, tantas dudas que tenían que aclarar, pero fue más fuerte sentir que se les apuraba la sangre de las ganas que ambos tenían de estar juntos.Tenían que dejar atrás los fantasmas del pasado, esos fantasmas que para cada uno tenían distintos colores, pero que a los dos los habían amotinado en distintos puntos de su relación.Sin embargo, los dominó el instinto.Fue suficiente un beso en la boca, para que el corazón les estallara de amor, ese que tenían guardado muy bien cuidado en el pecho izquierdo.Luego hablarían, tenían muchas horas por delante.Tenían que sanar algunas cosas, pero todo lo dejaron para después.Cada uno se tenía que hacer cargo de sanar el costado que el otro tenía lastimado, pero juntos, posiblemente, lo podrían solucionar.Comenzaron los besos, esos que cuando se profundizan, llevan a ver lunas naranjas, mágicas, que alumbran mágicamente el amor que se palpa en
En el comedor, se encontró con Laura, ella no sabía quién era Lorenzo, aunque supuso que sería un socio de Julián o de Cristian.Nunca pensó que era el padre de los gemelos que esperaba Edith.Laura quedó prendada de la sonrisa que le dedicó, sin segundas intenciones, Lorenzo.La asistente de Julián, aprovechando un momento en que él se retiró para atender un llamado y Cristián no se encontraba en la mansión, coqueteó abiertamente con Lorenzo.Edith estaba observando, cómo Laura se acercaba a su amado y lo seducía sin ningún pudor.Si bien la asistente sabía perfectamente cuál era el rol de la viuda en lo que concierne a la embajada, no tenía idea de que Lorenzo era el padre de los gemelos que esperaba.El día anterior, Laura, estuvo trabajando en otra ciudad, y nadie le informó que tendrían invitados en la mansión, solían tenerlos, aunque generalmente ella los conocía.Lorenzo, se dio cuenta de la seducción de la mujer, pero no le dio importancia.La que no estaba muy cómoda, era Edi
Lorenzo no supo qué contestar.Quería que Edith confiara en él, nunca se imaginó que ella fuera una mujer celosa.Era la dueña de la belleza.Tenían que sobrevivir a todos los malos entendidos.Tenían que curar todas las heridas, pasar días juntos, entenderse, no sólo en la cama.Allí se llevaban genial, era perfecto lo que vivían cuando se amaban.¿Y todo lo demás?Eso que jamás habían vivido, salvo esos pocos días que estuvieron de vacaciones.Sin duda ese tiempo no fue suficiente para conocerse.Mientras tanto Edith pensaba mil cosas.Ella no era una mujer celosa, al menos no lo fue en vida de su amado esposo, Paolo nunca la había humillado.No podía comparar a los dos hombres y sin embargo no dejaba de hacerlo.No los comparaba en la intimidad.Los comparaba con sus actitudes y con su forma de ser y de tratarla a ella.Sin embargo, cuando pensaba solamente en Lorenzo, ella sabía que era amor lo que sentía por él.¿El amor era tan distinto?Lorenzo transformó su vida, la cambió por
Lorenzo la beso con verdadera pasión, Edith era simplemente, la razón de su existir.A pesar de las dudas de Edith, no se pudo resistir a los besos del gran CEO.Lorenzo la quería tanto que hasta le dolía ese amor, pensando que Edith nunca iba a luchar por él, que siempre iba a preferir huir antes de pelear.Él quería ser lo más importante para Edith, porque ella era lo más importante para él.Juntos iban a ser padres, porque la semilla que él plantó, estaba floreciendo dentro del vientre que le brindaba más placer que cualquier otro.Lorenzo dejó de pensar, el instinto lo estaba dominando por completo.Sus manos apretujaban esos pechos que lo volvían loco, hasta hacerlo delirar.Desde que la vio en su casa, no dejó de pensar en el cuerpo de Edith.Tal vez tenía razón Orlando, cuando le decía que hablaba de Edith y no se notaba que era un hombre, porque junto a ella se sentía un adolescente hambriento por ese maravilloso cuerpo El CEO sentía que se le apuraba la sangre, su boca recor