Capítulo 337
Cuando Hans y Dafne llegaron al aeropuerto de la capital, ya eran las nueve de la noche. Rodrigo los recogió en el aeropuerto y los llevó a la villa de Hans.

En la oscuridad nocturna, comenzó a lloviznar y las gotas de lluvia se deslizaban por la ventana del coche. Mientras pasaban por el centro de la ciudad, Dafne notó a una figura familiar en la acera.

Sandra estaba parada junto al semáforo, sosteniendo una maleta. De repente, su frágil figura se desplomó. El corazón de Dafne dio un vuelco y, sin pensarlo, exclamó:

—¡Detén el coche!

Tanto Rodrigo como Hans se sorprendieron. Hans le preguntó:

—¿Qué pasa?

Dafne señaló hacia afuera y dijo:

—Creo que vi a Sandra. Parece que se desmayó.

—¿Sandra?

Para ser honesto, casi había olvidado quién era Sandra…

El lujoso coche negro se detuvo lentamente. Cuando el coche se detuvo, Dafne abrió la puerta y salió bajo la lluvia. Hans tomó un paraguas y se apresuró a seguirla. Tomó la mano de Dafne y la atrajo bajo el paraguas negro. Frunció el ceño li
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