Capítulo 260
Rodrigo se subió al coche y echó un vistazo rápido a Hans a través del espejo retrovisor, quien se sentó en la fila trasera. Con la cabeza baja, el hombre jugueteaba con un pendiente de perla, absorto en sus pensamientos.

Rodrigo le preguntó:

—Jefe, ¿debemos alcanzar a la señorita Dafne? Acaba de irse. Si vamos rápido, tal vez podríamos alcanzarla.

Después de unos segundos de silencio, Hans soltó una risa amarga y dijo:

—Sin el uno, los ceros nunca tendrán su sentido.

Él se detuvo un poco y continuó sus palabras:

—Ella ya no quiere acercarse a mí.

Él quería acercarse a ella. Pero ahora, cada vez que daba un paso adelante, ella retrocedía diez pasos. No le quedaba más opción que detenerse.

Rodrigo no sabía cómo consolar a su jefe. Reflexionó por un momento y dijo vacilante:

—Jefe, tú y Dafne se conocieron y se amaron desde jóvenes, y han compartido tantas experiencias juntos, tanto las buenas como las malas. Esos son recuerdos únicos y especiales entre ustedes dos. Estos recuerdos son t
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