Capítulo 21
Mientras tanto, el teléfono de Hans sonó. Era la llamada de Isabella.

Observando con ojos afilados a la pareja que estaba riendo y hablando en la sala, contestó el teléfono:

—¿Hola? Dime.

—Hans, la mujer que te molestó anoche no volverá a aparecer en tu visión. También me he encargado de los rumores. No te preocupes —dijo Isabella.

—¿Sí? ¿Cómo lo hiciste? —preguntó Hans, como si estuviera interesado en los detalles.

Isabella pensó que había hecho algo que le complacía, por lo que respondió con un tono orgulloso:

—Ella no es más que una mujer interesada en el dinero. Le di un millón y ella aceptó dejar de acercarte para siempre. Hans, no vale la pena prestar demasiado atención a semejante sinvergüenza.

La mirada de Hans se volvió tan fría como el hielo. Una sonrisa fría se dibujó en las comisuras de sus labios, respondió:

—Buen trabajo.

Al escuchar la elogia, Isabella se emocionó mucho y intentó:

—Así que, Hans, esta noche…

Antes de que pudiera terminar su frase, Hans colgó el teléfono
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