“Hace un momento, dijiste que debería mostrar mis modales y comportarme como una buena niña. ¿Quién te crees que eres para humillarme de esta manera? Lo que sientes ahora es exactamente lo que yo sentí antes. Deberías tratar a los demás como te gustaría que te traten. Te devolveré tu karma”.

Isabelle tenía una lengua tan afilada, y nadie podía ganarle.

Layla estaba demasiado acostumbrada a ser arrogante y todopoderosa. No había diferencia entre arrodillarse ante ella o disculparse. Ambas opciones eran igual de humillantes para ella.

Layla se mordió el labio y se negó a hablar. Más y más personas comenzaron a rodear el salón principal de la villa de la familia Yach. Algunos eran guardaespaldas de Isabelle, y otros eran de la familia Yach. Por supuesto, algunos también fueron llamados por Cedar.

Si llegaba a ocurrir algún conflicto, esas personas priorizarían la seguridad de Isabelle. Por lo tanto, nadie en la escena sería realmente capaz de lastimar a Isabelle.

Layla era más obstin