“¿Qué ocurre? ¿No la quieres?”.

Isabelle quería controlarse. Sin embargo, recordó el asco que sentía cuando comía comidas adecuadas. Sabía que su enfermedad estaba empeorando.

Ella tomó la tarjeta y dijo felizmente: “Gracias, Hermano Maurice”.

Los ojos de Isabelle se pusieron rojos después de decir eso. Ella no pudo evitarlo. Quería controlarse, pero su trastorno alimentario era realmente una enfermedad.

¡¿Cómo podría tener éxito en controlarse?!

“¿Por qué te ves como si estuvieras a punto de llorar? ¿Estás tan conmovida así?”.

Isabelle negó con la cabeza y dijo: “Si que sabes tratarme bien”.

Ella siempre encontraba las mejores palabras para decirle a los demás.

Maurice le dio unas palmaditas en la cabeza. “Buena niña”.

Isabelle simplemente se excusó y volvió arriba. Mientras subía las escaleras, rompió en llanto.

Ella se sintió muy perdida. ¡¿Por qué estaba sufriendo de anorexia?!

Isabelle nunca había logrado entender por qué.

Regresó a su habitación y se acostó en la cama