Lo amaba demasiado. Sentía que nunca podría vivir sin él.

¿Qué tan afortunada era de tenerlo en mi vida?

No solo eso, él incluso se convirtió en mi querido esposo.

“No lo escuche. Dímelo de nuevo”.

Zachary no estaba dispuesto a escuchar mi solicitud. Él me alejó, se inclinó y me cargó hasta la cama. Me acosté en ella y lo miré fijamente de forma apasionada.

Zachary se rio entre dientes y preguntó: “¿En qué piensas?”.

Dije con terquedad: “Aún quiero escucharte llamándome tu esposa”.

“No será especial si te lo digo muchas veces”, dijo él.

Dije con tristeza: “Pero, solo me has llamado tu esposa dos veces desde que nos conocimos hace dos o tres años”.

“Se una buena chica”. murmuró y continuó: “Siempre habrá una próxima vez”.

Él nuevamente me hizo otra promesa. Siempre me alegraba cuando él me prometía cosas.

Me senté y besé sus mejillas con gentileza. Él me dejó hacer lo que quisiera con él. Lo acerqué a mí y lo besé más. Después de una breve sesión de intimidad, finalmente est