Lucas no le temía al mundo. Él nunca tuvo miedo de la vida.

Lo único a lo que él le tenía miedo era…

“¿No te da miedo dejarla?”.

Ella no es nadie más que Caroline Shaw.

Esa era la única debilidad que Adrian conocía de Lucas. Sin embargo, él olvidó el tipo de hombre que Lucas solía ser. Entre más lo amenazaban, él más peligroso se volvería.

El hombre pisó su entrepierna.

Adrian ya no tenía energías para quejarse de dolor. Él siguió dando vueltas en la cama, y Lucas simplemente lo pateaba.

Lucas seguía sonriéndole y decía: “¡Que imprudente!”.

En el pasado, a Lucas siempre le gustaba torturar a otros. Adrian simplemente no escaparía de su tortura.

Las personas fuera de la habitación escucharon los quejidos provenientes de ella, pero no se atrevieron a actuar sin pensar. Después de todo, todos ellos le temían a Lucas.

Alrededor de una hora después, Lucas salió de la habitación sin importarle nada. Adrian rápidamente les ordenó: “¡Captúrenlo!”.

Lucas ya había corrido docenas de