El hombre en el coche llevaba una camisa de seda dorada. La seda era un tejido liso y ligero que parecía suave y tenía un brillo casi resplandeciente. Además, combinaba bien con un hombre como Zachary. Ya era llamativo, y estaba bien vestido. Llevaba el pelo bien desfilado y parecía más dócil que de costumbre.

"Hmm... Más o menos adiviné que Elaine tenía pocas probabilidad de sobrevivir. Pensé que estarías triste, así que volví por adelantado para acompañarte".

"¿Por qué no me lo dijiste antes?".

Entré en el coche y abracé a Zachary por el cuello. Me enterré en su abrazo. Mis brazos desnudos tocaron su camisa que se sentía ligeramente fría. Me puso la mano en la cintura y me explicó: "Te sentirás más sorprendida si aparezco cuando no te lo esperas, sobre todo si estás triste. Eso reducirá un poco tu tristeza".

Pregunté sorprendida: "¿El Tercer Hermano te enseñó esto?".

Zachary me miró con dulzura y dijo: "Sí, lo hizo".

Había pasado media hora desde que Zachary me envió el último