Desde una isla privada en Francia, un hombre alto en sus veintes estaba mirando distante al mar desde la terraza del jardín de su mansión. Estaba ligeramente barbudo, con pelo largo atado detrás de su cabeza. El hombre era Guillaume Bonnet, el único hijo de Hugo.

Mientras Guillaume estaba allí, con las manos metidas dentro de los bolsillos de sus pantalones, suspiró, planeando su siguiente movimiento. Las acciones de su padre resultaron en la casi bancarrota del negocio familiar, y aunque tenía que agradecer a Carlos Ronaldo por el fin del reinado de su padre, simplemente no podía dejar ir los cien millones de dólares que habían perdido.

Sufrieron alrededor de sesenta millones de dólares, apostando a que Carlos perdiera en un partido. Esto incluía las apuestas realizadas por sus pandillas aliadas en otros países. Sin embargo, cuando la policía retuvo las propiedades de su padre, también perdieron el control de esos bienes. También perdieron a hombres. Los árbitros bajo su planilla fu