31 Discusión en la alcoba.
Daren.

Fui a buscar a Libeyka, toqué un par de veces para no interrumpirla, pero ella no contestó, entonces volví a tocar.

—Libeyka, Libeyka.

No respondió, decidí entrar, yo odiaba que ella entrara a mi habitación sin antes llamar, y por ello me había limitado a tocar la puerta, porque habíamos quedado en respetar al otro, aunque él respeto no existía entre los dos.

La llamé un par de veces más, pero ella no contestó, entré a la sala de baño, la luz estaba apagada, solo había tres velas negras encendidas y el incensario. Libeyka estaba metida en el jacuzzi con su cabeza recostada y tenía en la mano una copa de vino.

—¿Qué desea el alfa que ha interrumpido hasta mis aposentos?

—Pensé en lo que dijiste hace rato.

Dejó la copa a un lado y enderezó su espalda y habló con sarcasmo.

—¡Eso sí que es un milagro de los dioses, que mi marido piense o medite en las cosas que le digo!

—No vengo en son de más peleas.

Se levantó y salió del jacuzzi, pasó junto a mi con su cuerpo
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