Mientras Amet en compañía de los demás lobos le causan grandes bajas a las tropas que los Adjule han logrado dividir al medio. La batalla es encarnizada. Ninguno de los dos bandos ceden, tampoco la batalla de Horus y Seth demuestra un claro vencedor.Por un momento, los lobos comienzan a retroceder, están siendo aniquilados por las tropas de Seth, un gran rayo retumba en el cielo y por él aparecen todas las mujeres de la manda La Mat Ra, al frente su Luna Suprema que le lanza una poderosa descarga a Seth, lanzándolo lejos de su Alfa. Merytnert y Héctor que se había quedado cuidándolas por orden del Alfa. Arremeten con una fuerte andanada de rayos y centellas contra Seth que trata de escarpar. Los hechiceros de luz convocados por Alex que los dirige, lanza la luz de Oru deshaciéndo a su paso con una enorme cantidad de las tropas de Seth. Horus se repone y va contra Seth asestándole un gran tajo en un hombro. Pero este le atraviesa una pierna con su lanza, Balaur lo levanta y lo al
A pesar de todos los esfuerzos, en la tierra estaban perdiendo la batalla. Los lobos comenzaban a caer desmayados uno tras otro, habiendo transferido toda su energía vital a su Alfa. En medio de la desesperación, el anciano Adjule, transformado en Upuak, se acercó a Amet, quien estaba en su forma de Sobek.—Debemos llamar al gran Anubis —propuso Adjule, su voz temblaba con una mezcla de miedo y determinación. Sobek lo miró con incertidumbre. No tenía tiempo para hacer nada, la vida de su Alfa y su hermano peligraba, tenía que estar atento a él. Pero preguntó esperanzado. Anubis era un dios muy poderoso.—¿Crees que nos ayudará? El abuelo Adjule asintió con firmeza. Era su Dios que siempre respondía a las plegarias de su pueblo. Aunque no estaba seguro de sí esta vez lo haría, dijo.—Tenemos que intentarlo todo. Amet, convertido en el gran Sobek, asintió grave pero decidido, pues no tenían nada que perder y mucho por ganar si acudía a su llamado:—Entonces hazlo. Yo probaré otra co
La manada La Maat Ra respiraba de nuevo en armonía. Después de la tormenta que habían vivido en el desierto, la calma se había instalado de nuevo entre ellos. Todos habían regresado, sus corazones llenos de felicidad y una lealtad renovada hacia su Alfa Supremo. Los dioses, que antes habían sembrado el caos y la incertidumbre, habían desaparecido. Su ausencia era un alivio palpable que se extendía por todo el territorio de la manada. Todo era paz y tranquilidad. Los lobos se movían con una nueva energía, sus colas ondeaban con un vigor renovado. Los cachorros jugaban despreocupados, sus risas y aullidos llenaban el aire. Los ancianos observaban con ojos llenos de sabiduría y gratitud, sus corazones rebosantes de orgullo por la fortaleza de su manada. El Alfa Supremo, en medio de todo esto, se mantenía vigilante. Su mirada recorría su territorio, sus oídos atentos a cualquier sonido fuera de lo común. A pesar de la paz reinante, sabía que no podía bajar la guardia. Sin embargo, en
La regaña Jacking, al ver que ella está embobada mirando a Mat, que sonríe para sus adentros y disfruta de verla así interesada en él. Pero se preocupa al ver como su humano se está poniendo celoso, y aunque cuando vivían juntos le gustaba jugar de esa manera, ahora no le conviene, por lo que cambia su mirada y comienza a hablar pausadamente.—Pues mi Luna — lo hace así tratando de calmar a su humano, ha podido sentir que Jacking está perdiendo el control e Isis no parece darse cuenta—. Jacking era un niño muy fuerte e inteligente desde que nació.—¿De veras? —pregunta Isis y gira la cabeza para ver a su esposo como si no lo creyera.—Sí, mi luna. Todas las niñas de palacio estaban enamoradas del príncipe— dice Mat sonriendo porque sabe que ella se pondrá celosa.—¡¿Todas?! Salta Isis ahora mirando fijamente a Jacking, visiblemente celosa. Lo cual aprovecha Mat para seguir contando sobre la vida de niño de su humano. Insiste en que no había una chica de su edad que no estuviera
Isis se pasea por delante de Teka que la mira y espera paciente que ella le diga. Para incitarla le pregunta. Que a qué se refiere. Isis gira delante de ella mostrando lo linda que se ha vestido, a lo que Teka le dice que está muy linda restando importancia al hecho.—Teka, me arreglé así sin darme cuenta —le cuenta Isis, pensando que ella no se percata de lo que quiere decirle. — ¿Sabes por qué? —No mi Luna, supongo que es algún aniversario que celebra con Jacking —responde Teka. muy seria.—¡No Teka, lo hice por Hapi! ¡Me gusta Hapi! —casi grita Isis horrorizada de la revelación.—¿Cómo le va a gustar ese dios? —insiste Teka en restarle importancia para tranquilizarla.—¡Me gusta Teka, hasta siento la esencia de mi lobo Mat en él! ¡Por dios estoy volviéndome loca con estas hormonas! Mi pobre Alfa se debe haber dado cuenta. ¿Qué hago ahora Teka? Al fin Teka parece tomarla en serio, por lo que le pide que se calme y la hace sentar. Luego pasa a recordarle que sí tiene un aniversar
Jacking y sale muy feliz en busca de Amet para que lo acompañe a hacer todo ese proceso. Por otro lado Mat vuelve a la clínica, donde Teka le ha hecho creer a Isis que se desmayó y por eso está allá.—Mat, tienes que dejar de jugar con tu Luna— lo regaña Teka.—Lo sé Teka, pero apareció Ast en mi habitación, y luego cuando le cedió el control a Isis no pude aguantar los deseos de abrazar a mi Luna, de olerla. Pero ahora tengo un problema mayor.—¿A qué te refieres? Mat pasa a contarle todo lo que Jacking quería, que yo lo acompañara a volar encima de Balaur, entonces le sugirió que se metiera dentro del dragón y se convirtiera en Lobo para que pudiera participar de la carrera. Teka lo mira incrédula y le pregunta por qué lo hizo. Recordándole que si Jacking y él se unen, los dioses van a detectar enseguida.—No lo pensé en ese momento —se excusa Mat. — Ahora ayúdame a pensar en una solución para que eso no pase.—¿Puedes esconderte dentro de Balaur sin dejar que la forma etérea d
Amet le tiende la mano para ayudarlo a levantarse. Desde la infancia, siempre ha sido así con él: primero reacciona, luego piensa. Nunca se toma un momento para analizar las cosas. Si no fuera su beta y estuviera constantemente a su lado, Amet no sabe cómo sobreviviría. Mientras lo observa, todavía confundido y cuestionando sus palabras, sabe que aún tiene que convencerlo de que es su lobo antes de que pueda calmarse por completo. —¿Estás seguro, Amet? —pregunta Jacking, todavía con dudas. —Cuando dejaste a tu Luna, ¿tenía la marca en el cuello? —Amet responde con otra pregunta. —Ahora que lo mencionas, no. Había desaparecido. —Esa es la prueba de que tu lobo, Mat, se ha adueñado de tu cuerpo. Ahora piensa, ¿ha sentido tu Luna alguna atracción por alguien en estos días? Jacking se queda serio, mirando a Amet. De repente, se pone de pie y desaparece. Amet no entiende, pero sigue a Jacking, preocupado de que pueda hacer algo imprudente. Llegan a la casa del Alfa Supremo, hasta la ha
Jacking mira a Amet, esperando que le ayude a evitar que sus hermosas esposas embarazadas participen en la demostración de poder. Pero Amet está fascinado con su encantadora esposa Antoni, vestida con un hermoso vestido amarillo, su cabello dorado al viento y su cuerno brillante al descubierto, quien le sonríe encantadoramente.—¿Amet? —llama Jacking.—No veo por qué no podemos hacerlo —responde Amet sin apartar la mirada de su esposa.—¿Bennu? ¿Horacio? ¿Qué opinan? —busca el apoyo de los otros dos hombres cercanos que lo siguen, su celta y delta.Pero al mirar a sus amigos, los ve igual de distraídos. Su general celta Bennu está absorto en su esposa Netfis, vestida con un sugerente vestido gris que resalta su silueta, su abundante cabello negro suelto y una hermosa diadema en su frente. Desvía la mirada hacia Horacio, que está observando a su esposa Julieta. Ella luce un hermoso vestido verde claro con una gran abertura en la pierna izquierda, dejando ver su belleza. Su cabello cast