Joon se acercó oeligrosamente despacio, Sa Hi no fue apresada por el pánico, no le temía a la muerte, ya había intentado acabar con su vida antes, ahora que su madre no estaba, no le importaba más nada. "Lo siento", susurro Joon. Luego la lanzó al suelo, la vio con asco y le hablo con desprecio. "Eres mi esclava, lo fuiste desde el momento que se sello la orden que te trajo aquí pequeña, grabatelo en tu inteligencia cabecita" Ahora si estaba anonadada, no entendió que fue ese despliegue de cambion en su voz y su actos; primero se disculpo con gentileza y luego la arrolló con disgusto. Maldito fuera por haberla hecho amarlo. "Hoy te mostraré como se respeta a un amo" Camino hacia las puertas que estaban entreabiertas; salió y dio orden de no aceptar visitas o estaba en discusión fuera quien fuese, no quería interrupciones, cerró las puertas tras de sí. Se dirigio nuevamente donde Sa Hi, quien se encontraba todavía estupefacta en el suelo. "¿Te encuentras bien?", articulo. Esta
Normalmente un dicho suele seguir su secuencia, más en esta ocasión no fue el caso; el después de la tormenta viene la calma, se tornó en: después de una noche de calma se desata la tormenta.Parecía que la paga de esa noche por dormir en los brazos de su amada Sa Hi era soportar una completa odisea en su lugar.Se dio la noticia de que el rey comenzaba a agonizar, ya no hablaba y se movía poco; se escuchaba como castigo su respiración, como si cada vez que inhalara raspara su garganta.Joon no se había atrevido a verlo, se le desgarraba el pecho escucharlo trabajar duramente en su respiración desde afuera que creyó suficiente castigo solo escucharle.El rey se aferraba con todo su ser a el último rayito de vida que le quedaba, no queriendo dejar las cosas inconclusas; la desdichada reina sollozaba sin parar a su lado, negándose a abandonar a su esposo en sus últimos destellos de vida.El ministro Cha estaba más eufórico que nunca, no veía la hora de sepultar a su rey; no trataba siqu
Era más que obvia la tormenta que se alzaba en el horizonte enmarcadas por unas nubes rojas que presagiaban un sangriento invierno.Cha había contratado a los bárbaros de las afueras del reino para tenerlos de su lado como ejército.Era temeraria sin duda la situación, esa gente usaba armas y técnicas diferentes de combate, los soldados Joseanos estaban temblando; además todos por así decirlo, le temían al traidor Cha.Pero un Joon ya estaba preparado desde mucho tiempo atrás para la eminente traición, tanto en artes, como en estrategias de guerra.Todo el personal del palacio estaba advertido del suceso venidero, cada uno había recibido orden de huir y esconderse o de pelear al lado de su futuro rey.El cadaver del difunto rey no había sido sepultado aún cuando las puertas del palacio principal fue asaltada por el ejército de Cha, quienes irrumpieron y entraron a la fuerza, no sin antes quitarle la vida a los guardias.Joon estaba frente a la puerta a diez metros de ella, listo para
El príncipe cayó de rodillas, sus manos temblaban y su vista estaba nublada por las lágrimas que amenazaban con deslizarse de sus ojos.Sa Hi yacía pálida en sus piernas, — aiga*(아이가 ) — balbuceó antes de perder la conciencia."Atrapen a las traidoras", vociferó Joon.Con Cha muerto y su ejército derrotado la guerra parecía haber terminado, pero ese fin apenas daba comienzo a una más tormentosa; la incertidumbre de si viviría.La joven princesa fue llevada rápidamente a la alcoba del rey para ser atendida por los mejores médicos de la capital. ***"¿Por qué?”, se escuchó preguntar.Un silencio siguió después de la pregunta. — digan algo, cualquier cosa; justifíquense — nadie podría entender lo devastado, confundido y traicionado que se sentía Joon en ese instante."¿Realmente tienes curiosidad, Joon?", pregunto Mi Soo."Muéstrale respeto a tu rey, ¿como te atreves a llamarlo por su nombre?", se aproximó un soldado peligrosamente."Déjala ", elevó u
Gracias por llegar hasta el fin, muy pronto estaré publicando un nuevo libro titulado Préstame tus Días. Si te gustó este libro, por favor date una pasadora por el siguiente. Besos.💋
"Despierta amor, nuestro bebé te necesita, yo te necesito"Cada mañana y tarde Joon pasaba por la habitación de Sa Hi, hablan con ella, le leía, le hablaba de sus problemas y pedía soluciones; ella no se movía, ni daba lugar a que se fortaleciera la esperanza.Una vez cada día Kim le llevaba al príncipe, el cual no tenía nombre, Kim se quejaba de su falta de responsabilidad y la culpaba porque el bebé no tenía nombre aún, ya que Joon se negaba a nombrarlo el mismo sin la opinión de la madre.Los ministros se quejaban constantemente con Joon y lo hostigaban para que tomara una nueva esposa o al menos una concubina.El bebé decaía con los días, la leche materna no se le era proporcionada y estaba falto de nutrientes y en vez de tomar fuerza cada día decaía."MaMa, aigooo! El bebé está muriendo, levántese ya de esa cama y atienda nuestro príncipe, el bebé por que tanto lucho para protegerlo, ¿por qué lo protegió si lo iba a abandonar de esta
"Tonto, quiciera arrancarle la cabeza", Sa Hi lo maldecía mientras lloraba. "¿De verdad desea acabar con Jeoha, MaMa?, inquirió Kim. "Claro que no!", grito al tiempo que se sorbia los mocos. "Pero es un tonto, y siego también" "Si si, baje la voz que si la escuchan maldiciendo al Seja Jeoha será severamente castigada", Kim rodó los ojos, y se agacho a preparar la cama. "Por más que lo piense no hay otra solución", declaró. "MaMa ¿De que habla?", pregunto Kim preocupada; en su vida solo dos veces la había escuchado decir esa frase y eso solo significa una cosa en las dos ocasiones: alcohol. "Tráeme ¹Makkgeolli". "MaMa, no puede beber, no se puede cometer errores", exclamó. "¿Te atreves a desafiar mi orden?", cuestionó Sa Hi. "No es eso, por favor escuche mis palabras" "No puedo, he soportando lo suficiente, creí que ya lo
Sa Hi– llamó trémulo, temiendo encontrarse con la realidad. Joon, acércate cariño mío— la reina a penas podía mantenerse despierta, está débil y agotada. Joon se acercó despacio, como temiendo destrozarle La Paz con cada paso que retumbaba en el suelo de madera; se agachó suavemente y deslizó con delicadeza su mano entre la de ella, una suave y tibia lágrima rodó por su mejilla y aterrizó en el enlace que hacían sus manos unidas. —perdóname, no pude protegerte, no pude protegerlos a los dos. Susurró. —oh amor mío, ya te había perdonado desde antes que sucediera nada. Trato de apretar su mano con el deseo de trasmitirle paz y sosiego. —El bebé, ¿cómo estás, dónde está?, preguntó Sa Hi con toda la premura de la que fue capaz. —Está bien, está sano, es hermoso y te lo traerán cuando recuperes fuerza; no te preocupes y descansa. —No, lo quiero aquí conmigo, no confío en nadie que no sea yo para cuidar de él.