TE DESEO

CAPITULO 2

Los lobos y lobas empezaron a hablar en voz baja, rumorando, no sabían quién era este lobo que estaba lejos de pertenecer a una familia Lobil de prestigió.

—¿Quien es usted? Nadie le conoce, si desea aprovecharse de la situación le dejo claro, Luna Esmeralda no caerá — Francisco lo mira de arriba a abajo con desden, la ropa de Antonio está vieja y algo rota, nada comparado con los trajes de seda de los presentes.

— ¡Cállese señor Francisco!— grito el Anciano — Antonio es un hijo... Ilegítimo de Román, el lo reconoció y era su plan B si esto sucedia, como sabio de la manada doy de, Antonio es nuestro Alfa —.

Lucíana con los ojos llenos de lágrimas se acerca a él — Por favor, dígame qué no es verdad, ¿Mateo está vivo?— cuestiona con los ojos llenos de lágrimas.

Antonio la reconoce, es la loba que lo dejo cautivado en el bosque, con su mano fuerte limpia las lágrimas que corren por la delicada mejilla de Luciana, odia ver que su belleza se vea manchada por las lágrimas.

— Lo siento preciosa, pero es así, el murió — Antonio no termina de decir la frase cuando Luciana se desmaya en sus brazos.

El la carga y Adriana le indica dónde está su casa, para que la lleve y la acueste.

Antonio deja a todos esperando, se preocupa por Luciana, le pide a Adriana traerle un poco de agua para la joven.

Cuando se queda solo con ella, desliza su dedo índice por el rostro de la loba, sus labios gruesos son una invitación para el, nunca había sentido que su corazón se quemaba en una llamarada de deseo y protección, la besa.

Al escuchar los pasos de Adriana se aleja, no se reconoce, jamás hubiese hecho esto con otra loba.

— Mi señor, creo que lo esperan para tomar decisiones, yo me quedaré con mi sobrina — Adriana le da una caricia en el brazo al alfa, se siente atraída a el, a su fuerza burda.

— Por favor, avíseme que sucede con ella, estoy preocupado por su situación — Antonio regresa de inmediato con los lobos de poder.

La reunión es extensa, la guerra contra Viento de Luna fue negociada por los sabios de Luna Esmeralda, les pidieron piedad después de quitarle a su Alfa y estos accedieron pero Antonio no está de acuerdo, quiere vengar la sangre derramada.

— No eres el lobo indicado, solo asume tu posición de Alfa, para darle tranquilidad a la manada — Los sabios necesitaban esa figura para mantener la paz en medio de la incertidumbre de lo sucedido.

— Yo regresaré a mis tierras, no están lejos de aquí y sere quien vigilé los intereses de la manada, como lo hubiese deseado Román — Antonio bebió una copa de vino, estaba cansado de escuchar un mundo que no compartía.

Todos estuvieron de acuerdo, pero le pidieron unos días, debería quedarse para que los lobos de la manada se sintieran familiarizado con el.

Accedió pero solo porque deseaba ver la belleza de Luciana de nuevo, lo había cautivado tanto que parecía tener su imagen tatuada.

Se acercó a Francisco — Por favor, infórmeme que sucede con su hija, estaba muy alterada con la noticia, es tan hermosa que no merece derramar una sola lágrima — sonrió.

Francisco sonrió, sus planes no habían cambiado, Solo que ahora su hija se casaría con el Nuevo Alfa.

Se cambiaban los factores, pero no el resultado.

Lucíana era la herramienta para recuperar su dinero, y se tendría que aprovechar de la ignorancia de la manada de la relación oficial de su hija con Mateo, pues nunca se había hecho un anuncio de su relación.

La manada le hizo un tributo a el Alfa y Mateo, Luciana lloraba desconsolada, mientras su padre le reprendía para que no hiciese un escándalo en este momento.

Le pidio en casa no mencionar con nadie su historia con Mateo, era lo mejor por ahora según las manipulaciones de Francisco

" Para evitar habladurías".

Lucíana no soportaba el dolor, ese que te hace sentir que tu alma se parte en dos.

Ella salió corriendo en medio de la ceremonia al bosque, quería morirse, una vida sin Mateo no era vida.

Antonio se dió cuenta que ella no estaba nada bien, y decidio ir tras ella, sin importar que era quien presidía la ceremonia.

Lucíana se paró muy cerca a un peñasco, dónde las rocas terminarían con su vida.

Alzó los brazos, miró al cielo, era momento de soltarse y dejarse ir, dejar de sentir y reencontrarse con Mateo.

Cuando estuvo a punto de hacerlo, Antonio la tomó de la cintura y los dos cayeron hacia atrás, Antonio se golpeó con una roca que le hizo sangrar pero eso no importaba, solo ella le preocupaba.

—¡¿Por qué ibas a hacer esa locura?!— la tomó de los brazos y la vio fijamente a los ojos esperando una explicación.

Lucíana lo abrazó, empezó a llorar buscando un refugio y consuelo

— No quiero vivir — es lo que repetía.

El la abrazo, olfateaba su cabello con olor a fresas, sentía su piel, era suave y cálida, un recordatorio de su delicadeza y su necesidad de ser protegida.

— Tienes que vivir preciosa, debes hacerlo — fue lo único que le susurro.

Lucíana sintió un líquido tibio en su mejilla, se alejo de el y al tocarse se dió cuenta que tenía sangre, pero no era suya, Antonio estaba sangrando mucho en el golpe.

— Lo siento, por mi culpa te lastimaste, vamos a mi casa para sanarte — Ella lo tomó de la mano.

Antonio accede, como no aceptar estar cerca de ella, en la casa, Lucíana con paños de agua tibia limpio la herida del Alfa, y aplicó algunas cremas artesanales.

Antonio se quejaba un poco, lo que provocaba una sonrisa en Luciana, era un niño en el cuerpo de un gran lobo Alfa.

—¿Que sucedió mi señor?¿Por qué está en mi casa herido?— pregunta Francisco que llegó a casa con el único propósito de regañar a Luciana por su actitud en la iglesia.

Lucíana miro a Antonio, si el decia lo que ella estuvo a punto de hacer, le costaría mucho recuperar su imagen, era el pecado más grave ante la diosa Luna disponer de tu vida.

— Me caí de mi caballo, pero Luciana me encontró y me curo, un gesto que no olvidaré — Antonio tomó la mano suave de Luciana y le dió un beso, mientras ella con sus labios le decía " Gracias".

— Si desea pasar su recuperación aquí, para mí sería un honor atenderle — Francisco era muy observador, no perdía el mas mínimo detalle.

— Debo irme, no creo que sea algo delicado — Antonio no quería verse como débil delante de su nuevo cargo, queria demostrar que a pesar de ser ilegítimo, también tenía las mismas capacidades de el padre que lo negó hasta el último momento y de el hermano que no conoció.

— Perfecto, le iba a pedir a mi hija Luciana que se encargará personalmente de su cuidado pero si se siente mejor, lo olvidaré — Francisco sonrió.

Antonio fingió sentirse mareado, y se sentó de nuevo en la silla, Luciana se acercó para ayudarle de inmediato.

—¿Se siente bien?— le pregunto.

— La verdad es que el golpe me dejó algo aturdido, creo que aceptaré la oferta de tu padre y me quedaré unos días bajo tu cuidado — António celebraba dentro de su cabeza, estaría con ella, la tendría cerca.

Lucíana lo acomodo en una de las habitaciones y estuvo al tanto de sus necesidades por unos días.

De esta manera distraía el dolor de la perdida de Mateo, cada noche escribía en su diario lo mucho que lo amaba y extrañaba y que deseaba ser considerada una loba rechazada antes de casarse con alguien más.

Una noche hacía mucho calor, por lo que Luciana decidió tomar un baño para aliviar el sudor de su cuerpo.

Antonio que se dirigía al baño de la mansión algo descuidada de Francisco, se percató que la joven estaba allí.

Se quedó paralizado, no pudo cerrar la puerta, solo observaba como el agua fría caía por el cuerpo desnudo de Luciana.

Su corazón latía rápidamente y su instinto le suplicaba entrar con ella en la ducha y tomarla.

Su silueta se le quedaría grabada.

Luciana tenía la cabeza en otro mundo, sus pensamientos eran dirigidos al dolor por Mateo, que no se dió cuenta de la presencia externa que le acompañaba.

— Mi señor tenemos que hablar — Francisco jaló del brazo a Antonio y cerro la puerta.

— Perdóneme, tiene toda la razón en estar enojado conmigo, de inmediato abandonaré su casa — Antonio estaba sonrojado no solo por la belleza vista por sus ojos, si no por la vergüenza de ser descubierto en el climax d sus pensamientos.

— Luciana es mi hija, y veo que tiene intenciones con ella, pero jamás será una amante — Francisco alzó un poco la voz.

— Jamás la tomaría como tal, Luciana merece el cielo y las estrellas que lo visten — Antonio la quería, sentía amor por ella.

— En ese caso, creo que debería pedirme su mano, le ofrezco a mi hija en matrimonio — sonrió Francisco con picardía.

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