¡Hay Dios mío! ¿Qué pasara con esos hombres en Moscú? ¡Espero logren rescatar a Lily de las garras de ese demente! Espero les siga gustando la historia los amo, los quiero y los adoro, ¡besos!
Camila Cole Abro la puerta de la mansión con mi propia llave rodeada de seis hombre de los cuales no puedo memorizar su nombre fácilmente…mi cabeza está en otro lado. —¿Qué haces acá? ¿Y con todos ellos?— Pregunta mi abuela, con los ojos desorbitados, Nancy esta parada detrás de ella y no dice nad
—Pues si quiere conservar su puesto, más le vale hacerle caso a la doctora Camila, si no quiere que ella o yo misma la despida.— Le dice ella y la mujer tiene los ojos desorbitados yo sonrió de forma arrogante. —Señora, no sabía que usted estaba allí.— Dice la mujer, sin saber que decir. —Discúlpa
Isabella Cole Estoy en una habitación de huéspedes de mi hija en este momento, abrazando una almohada desconocida para mí…Toda una vida junto a Andrew, acepte venir con mi hija para no estar solo pero extraño mi habitación, y dormir abrazada a mi esposo. Tengo mucho miedo de perder a mi viejo, y a
—Pues si quiere conservar su puesto, más le vale hacerle caso a la doctora Camila, si no quiere que ella o yo misma la despida. —Respondo con las manos empuñadas —Señora, no sabía que usted estaba allí. — Boquea la mujer, sin saber que decir. —Discúlpate con mi yerna inmediatamente. — Le ordeno m
NO ESTA Andrew Cole Apenas entro a la casa de mis padres, me detienen varios de sus hombres de seguridad, cuando me ven a la cara me dicen—Disculpe señor Cole adelante. — —Gracias. — Respondo serio, mientras Alec y Maximiliano me acompañan detrás y tengo en un edificio ya ubicado al ejército que
Continuo, porque era él o yo, pero no dejo estar impresionado con lo que acabo de hacer, en fracción de segundos memorizo su rostro y sé que nunca podre en mi vida olvidar la última mirada que me dio, yo fui lo último que él vio. De pronto una explosión cerca de Andrew me saca de mis pensamientos y
Lily Holmes Tirito de frio, estoy a punto de morir de la hipotermia cuando me lanzan a los pies de mi secuestrador. De rodillas con la mirada a los pies de el deseo la muerte, el se inclina, tomando mi rostro mojado por la barbilla y habla mirándome directo a los ojos. —Sabía que no podía confiar
— Llévala.— Ordena yo pataleo, y el hombre que me lleva no me toca uno solo de mis cabellos, por orden del jefe, el único que tiene derecho a tocarme y a corregirme es el. —Me imagino la cara de decepción de tu novio, cuando descubra que todo lo que hizo fue en vano.— Se burla él, mientras se sirve