USURPADORES

Anudándose la corbata por segunda vez en aquella mañana, Donnovan atravesó el pasillo que conducía al despacho del hombre que había requerido su presencia. Iba a ser un buen momento para ambos y, si había alguien a quien Donnovan tenía que estar agradecido, era a Rutt, la mujer que había elegido inteligentemente para estar a su lado. Gracias a ella, de repente la Compañía Osara había crecido y todo el mundo parecía saber de ellos.

Stefan, siendo el hombre ambicioso que siempre buscó para aumentar sus acciones, los ingresos totales y, sobre todo, su poder, se puso en contacto con el presidente de la Compañía Osara.

Parecía que Rutt había hecho un buen trabajo.

Cuando Donnovan estuvo frente al despacho del presidente, sonrió y luego, esperó a que la secretaria le diera permiso para entrar.

—Por favor, el señor Muriel le está esperando—, le dijo la mujer de traje negro, extendiéndole la mano derecha.

—Gracias—, le guiñó Donnovan.

¿Qué decir del despacho? El palacio al que le habían inv
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