Cuando Olegda finalmente regresó al seno de su familia después que los culpables cumplían su condena, fue recibida con los brazos abiertos y corazones rebosantes de alegría. Entre ellos, Félix, su amado hermano, fue el primero en abrazarla con fuerza, expresando su felicidad por tenerla de vuelta. La sonrisa sincera en su rostro y el brillo de sus ojos eran un testimonio del amor incondicional que sentía por su hermana.Olegda se sintió abrumada por la calidez y el cariño de su familia, especialmente de Félix, quien siempre había sido su roca en tiempos difíciles. Era reconfortante saber que tenía un lugar al que podía llamar hogar, donde sería aceptada y amada sin reservas.Para celebrar su regreso, los hermanos de Olegda organizaron una fiesta de bienvenida en su honor. La casa estaba llena de risas, música y el aroma tentador de la comida preparada con amor. Era evidente que habían puesto mucho esfuerzo en hacer que Olegda se sintiera especial y querida.Durante la fiesta, Olegda s
El comisario Gutiérrez observó a Olegda con una mezcla de preocupación y determinación. Sabía que lo que iba a decirle podía tener un impacto significativo en su relación con Andrés, pero sentía la responsabilidad de compartirlo.—Olegda, hay algo más que debes saber —dijo el comisario con seriedad, decidiendo revelar un detalle adicional que consideraba importante—. Andrés es mi hermano, y como tal, me preocupa su bienestar. Pero también sé que tú significas mucho para él.Olegda levantó la mirada con sorpresa. No esperaba que el comisario Gutiérrez mencionara a su hermano en ese contexto.—¿Qué quieres decir? —preguntó con curiosidad, sintiendo un nudo en el estómago al escuchar esas palabras.El comisario Gutiérrez tomó un sorbo de su café antes de continuar, eligiendo sus palabras con cuidado.—Andrés me ha hablado mucho de ti —confesó—. Es evidente que le importas mucho. Y aunque no suelo involucrarme en la vida personal de mi hermano, creo que es importante que estés al tanto de
Olegda se sentía intranquila mientras caminaba por las concurridas calles de la ciudad. En su mente, la sensación de ser observada crecía con cada paso que daba. Cada vez que se detenía en un semáforo, notaba cómo los conductores de los autos a su alrededor la miraban fijamente, como si estuvieran evaluando sus movimientos. A veces, incluso parecía que los mismos vehículos seguían su ruta, siempre manteniendo una distancia prudente pero lo suficientemente cerca como para despertar su paranoia.Al llegar a la comisaría, su corazón aún latía con fuerza por la tensión de sentirse acechada. Al ver al Comisario Gutiérrez, Olegda decidió confiar en él, sintiendo que necesitaba ayuda para desentrañar este misterio inquietante que la rodeaba.—Comisario, necesito su ayuda —comenzó Olegda con una expresión preocupada. —Siento que estoy siendo vigilada, pero no puedo identificar quién o por qué.El comisario Gutiérrez frunció el ceño ante la preocupación evidente en el rostro de Olegda. Era con
Olegda sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar las palabras del detective. ¿Cómo podía ser que alguien de la empresa estuviera involucrado en su vigilancia? ¿Y qué tenía que ver GUT Corporation en todo esto? Las preguntas se agolpaban en su mente, sin encontrar respuestas claras.—¿Qué sugieres que hagamos ahora? —preguntó Olegda, sintiéndose más perdida que nunca.El detective se recostó en su silla y suspiró, pensativo.—Creo que necesitamos seguir investigando. Necesitamos descubrir quién está detrás de todo esto y por qué te están vigilando. Y sobre todo, necesitamos encontrar una forma de demostrar que Andrés no está involucrado.Olegda asintió con determinación. Sabía que esta era solo la primera etapa de una larga y peligrosa búsqueda de la verdad. Pero estaba decidida a descubrir quién la estaba persiguiendo y poner fin a esta pesadilla de una vez por todas.El detective se sentó frente a Olegda con una expresión grave, sosteniendo un informe en la mano.—He hecho
El Comisario Gutierrez sintió la urgencia de contactar a su hermano Andrés tan pronto como tuvo claridad sobre la situación. Marcó su número con dedos temblorosos, esperando que Andrés estuviera disponible para hablar. Después de unos segundos de espera angustiosa, Andrés finalmente respondió la llamada, su rostro llenando la pantalla de la videollamada.—¡Andrés, necesito que escuches esto! —exclamó el Comisario, sin preámbulos, su voz llena de urgencia.Andrés, notando el tono preocupado de su hermano, se enderezó en su asiento, su expresión cambiando de curiosidad a preocupación.—¿Qué sucede, Roberto? —preguntó Andrés, su voz tensa con anticipación.El Comisario procedió a detallar todo lo que había descubierto sobre la participación de Emma en la vigilancia de Olegda. No omitió ningún detalle, describiendo cada paso de la investigación y cada pieza de evidencia que habían encontrado. Andrés escuchó en silencio, su rostro palideciendo gradualmente a medida que la magnitud de la
Emma, consumida por la ira y los celos, planeaba meticulosamente cada paso de su venganza contra Olegda. Decidió visitar el spa donde sabía que Olegda solía recibir masajes relajantes. Allí, mientras esperaba su turno, observaba con odio cómo Olegda disfrutaba de los tratamientos. Cada vez que veía su rostro sereno y relajado, sentía que su ira aumentaba. Se imaginaba a sí misma como la causante de su sufrimiento, disfrutando de esa imagen en su mente enferma.Cuando finalmente llegó su turno, Emma se acercó al terapeuta y le entregó una generosa propina, susurrándole algo al oído con una sonrisa siniestra. El terapeuta, sin sospechar nada, asintió y Emma se retiró, esperando pacientemente a que su plan diera frutos. Mientras tanto, Olegda se relajaba en la sala de masajes, ajena a la malicia que se cernía sobre ella.Después de su visita al spa, Emma se dirigió al salón de belleza donde Olegda solía arreglarse el cabello. Allí, observó cada movimiento del estilista con ojos ávidos, i
El asistente de Pedro, Juan, había estado actuando de manera nerviosa desde que la policía comenzó a interrogar al personal del spa. Pronto se hizo evidente que estaba ocultando algo, y cuando las autoridades intentaron localizarlo, descubrieron que había desaparecido. Esto sólo aumentó las sospechas sobre su participación en el plan de Emma.La policía estaba tras él, tratando de rastrear su paradero y descubrir qué papel desempeñaba en todo esto. Sabían que había recibido una suma considerable de dinero de manos de Emma, pero aún no habían descubierto la verdadera naturaleza de su implicación.Mientras tanto, Juan se encontraba escondido en un lugar desconocido, temeroso de ser descubierto por las autoridades. Estaba plagado de remordimientos por haber aceptado el dinero de Emma y haberse involucrado en sus planes maliciosos.A medida que la presión sobre él aumentaba, Juan comenzaba a darse cuenta de la gravedad de sus acciones y el peligro en el que se encontraba. Temía las conse
A pesar de todos los esfuerzos del abogado de Emma, la evidencia en su contra resultó abrumadora. Las huellas dactilares de Emma estaban dispersas por todo el lugar del supuesto accidente, una prueba irrefutable de su presencia en la escena. Además, un bolígrafo que le pertenecía fue encontrado junto a la bañera, donde supuestamente había ocurrido el intento de electrocución. Este detalle crucial había pasado desapercibido para Emma en su momento de nerviosismo y culpabilidad, pero resultó ser un punto esencial en su contra.A medida que la investigación avanzaba, surgieron más pruebas incriminatorias que apuntaban directamente a Emma. Los dos empleados a los que había pagado para obtener acceso a las instalaciones confesaron su participación en el plan y proporcionaron detalles sobre cómo habían ayudado a Emma en su intento de causar daño a Olegda. Esta confesión corroboró aún más la culpabilidad de Emma y dejó al descubierto sus malévolas intenciones.El abogado, ante la abrumadora