Olegda Punto de VistaCuando vi a Ethan entrar en la vinoteca, casi escupo mi bebida.Mi silla estaba frente a la entrada, así que lo vi pasar junto a la mesonera y escaneaba la habitación.Nate, el amigo de mi hermano, completamente ajeno, charlaba sobre su viaje con los chicos a Cabo.¿Qué diablos estaba haciendo Ethan aquí? Este era el peor momento posible para encontrarlo. Me recosté en mi silla, aunque era inevitable que él me viera.Por una fracción de segundo, consideré la posibilidad de que estuviera aquí en una cita con otra mujer. La ira, ardiente y feroz, corrió por mi sangre. ¿Cómo te atreves? ¿Cómo se atreve a pensar que podría dejarme y encontrar a otra persona, aunque eso era exactamente lo que estaba haciendo?Entonces Ethan me vio y, como una pantera que acababa de divisar a su presa, empezó a moverse por la habitación.¡Oh, él estaba aquí por mí!Debería haberme enojado. Debería haberme sentido violada. Debería haberme ofendido porque pensó que podía interrumpir mi
La dirección proporcionada por Marcos llevó a Mervin a un pequeño pueblo costero, donde las olas acariciaban la orilla y el faro se alzaba como un guardián solitario. El viento salado jugueteaba con sus cabellos mientras caminaba hacia la casa de Olegda, sintiendo el peso de la incertidumbre en cada paso.Mervin golpeó la puerta con determinación, y Olegda, sorprendida por la visita, abrió con cautela. Sus ojos se encontraron en un silencio tenso antes de que Mervin rompiera la barrera.─ Olegda, necesitamos hablar. Marcos me dio la dirección, y... ─ Mervin titubeó, buscando las palabras adecuadas.─ ¿Marcos? ─ Olegda lo miró con sorpresa y un dejo de nerviosismo.─ Sí, Marcos. Está preocupado por ti. Me contó lo que está sucediendo aquí. ─ Mervin exhaló profundamente, tratando de calmar las emociones que amenazaban con desbordarse.Olegda, sintiendo el peso de la verdad, invitó a Mervin a entrar. Se sentaron en la sala, donde el murmullo del mar llegaba como un susurro distante.─ ¿P
El sol brillaba en el cielo mientras Olegda se encontraba en la terraza de la casa de su hermano Felix. La brisa suave acariciaba su rostro, pero la tensión en el aire revelaba que no todo estaba en paz.Felix, un hombre directo y pragmático, se acercó a su hermana con expresión seria.─ Olegda, ya es hora de que regreses a la realidad. Las vacaciones han sido suficientes, y la vida sigue adelante. ─ Felix habló con firmeza, su voz llevando consigo un tono de responsabilidad.Olegda suspiró, sintiendo el peso de las palabras de su hermano.─ Lo sé, Felix, pero las cosas son complicadas. No sé qué camino tomar. ─ Olegda respondió, su mirada perdida en el horizonte.─ Te entiendo, hermana, pero quedarte en este limbo no te beneficia. Mira a tu alrededor, ¿realmente crees que la venganza es la solución? ─ Felix se sentó a su lado, buscando el contacto visual con su hermana.Olegda frunció el ceño, recordando las sugerencias de venganza que había estado considerando.─ Felix, es que... ─
El juicio de Juliette Maxwell se convirtió en un acontecimiento crucial para la familia, marcando el punto culminante de la tensión que había envuelto a los Maxwell durante tanto tiempo. El tribunal estaba lleno de expectación mientras Juliette enfrentaba las consecuencias de sus acciones.Las pruebas presentadas en el juicio eran abrumadoras: desfalco financiero, clonación de tarjetas de crédito y, lo más impactante, el intento de asesinato de la abuela Elaine. El abogado de Juliette luchó desesperadamente por encontrar un resquicio en la montaña de evidencia en su contra, pero la verdad era innegable.La sentencia resonó en la sala, marcando el destino de Juliette. Veinticinco años de prisión sin posibilidad de libertad condicional. El golpe fue devastador, y las lágrimas desconsoladas de Juliette llenaron la sala de audiencias. Nadie podía ayudarla ahora; su mundo se desmoronaba frente a ella.Olegda, sentada en la sala, observaba la escena con una mezcla de emociones. A pesar de t
La mansión Maxwell estaba envuelta en una aparente calma después del retorno de Olegda. Sin embargo, los rincones más oscuros de la mansión albergaban conspiraciones que amenazaban con romper la frágil armonía.Ariadna, la esposa de Mervin, tejía en las sombras su plan de venganza. Sus ojos brillaban con una determinación feroz mientras elaboraba cada detalle de su retorcido complot. La traición y el resentimiento habían transformado su corazón, convirtiéndola en una sombra que se cernía sobre la familia Maxwell.Una de las criadas de confianza, manipulada por las artimañas de Ariadna, accedió a participar en su plan maestro. Bajo la promesa de recompensas y secretos compartidos, la criada acordó llevar a cabo la tarea peligrosa que Ariadna había diseñado para Olegda.Esa noche, cuando la mansión estaba envuelta en silencio, la criada vertió sigilosamente aceite en las escaleras principales. Las sombras danzaban en la penumbra mientras el oscuro plan se materializaba paso a paso.Oleg
La mansión Maxwell se veía envuelta en la bruma del amanecer, testigo de la tormenta que había azotado la familia en las últimas horas. Mervin, con el peso de las decisiones en sus hombros, enfrentó a Ariadna en el despacho donde alguna vez compartieron risas y sueños.El silencio llenó la habitación antes de que Mervin rompiera el hielo con palabras cargadas de decepción y amargura.─ Ariadna, ya no puedo seguir contigo. Nuestro matrimonio ha llegado a su fin. ─ Mervin habló con firmeza, su mirada reflejando la determinación de una decisión irrevocable.Ariadna, aún impactada por los eventos recientes, trató de articular una respuesta, pero sus palabras quedaron atrapadas en la garganta. Sabía que la tormenta había llegado, y sus ojos oscuros mostraban una mezcla de incredulidad y desesperación.─ ¿Cómo puedes hacer esto, Mervin? ¿Después de todo lo que hemos compartido? ─ Ariadna preguntó, tratando de apelar a la historia compartida entre ellos.─ Lo que hemos compartido ya no tiene
La mansión Ferry, envuelta en la penumbra de secretos y traiciones pasadas, guardaba una historia aún más profunda y desconcertante. Olegda, aún convaleciente de las recientes tormentas familiares, desconocía un capítulo crucial de su propia historia que estaba a punto de ser desenterrado.Felix, su hermano, había llevado sobre sus hombros el peso de un secreto que, con cada día que pasaba, le pesaba más en el alma. La verdad, enterrada en las sombras del pasado, había llegado el momento de salir a la luz, aunque ello implicara desentrañar una maraña de mentiras y resentimientos familiares.Esa tarde, mientras el sol lanzaba sus últimos destellos sobre la mansión, Felix decidió enfrentar el dilema que lo atormentaba. Buscó a Olegda en la biblioteca, un refugio de conocimiento que parecía ahora el escenario propicio para desentrañar el misterio que envolvía su propia existencia.Olegda, absorta en la lectura de un antiguo libro, alzó la mirada al sentir la presencia de su hermano. Feli
La estancia en la mansión Maxwell por petición de la abuela Elaine, se hacía cada vez más incómoda. Mervin mostraba signos de un enamorado despreciado y ese ¡no era el caso!El espacio interior del auto dónde los dos iban, era bastante cerrado. Incluso si Olegda Ferry no abriera el altavoz, la conversación entre ella y Ethan se transmitiría palabra por palabra a los oídos de Mervin Maxwell. Las palabras bajas pero ardientes y persistentes hicieron que su rostro se hundiera pesadamente.Mervin comenzó a cambiar de marcha, pisó el acelerador y, de repente, aumentó la velocidad. El repentino aumento de velocidad sobresaltó a Olegda.Volvió la cabeza y vio que Mervin encendía un cigarrillo con una mano. La expresión de su rostro era oscura, insegura de lo que estaba pensando en ese momento.Olegda Ferry estaba tan desconsolada que se arregló la ropa en silencio y se bajó del auto en silencio.Antes de que se detuviera, el auto rozó su costado a gran velocidad. Todo su cuerpo se tambaleó,