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Sentada en los cojines, mirando a la niña al final de la mesa redonda en el suelo, Maisie nunca se había sentido feliz. El ambiente era cálido, Zola y Raphaël emanaban tanto amor que ella sintió que un pequeño atisbo de celos le subía al pecho.

- Maldición! No me digas eso...

Jabbar no completó su fase. Rafael se levantó de los cojines bajo la sonora risa de su mujer y se arrodilló detrás de Sofía. Maisie sonreía radiante ante el irónico espectáculo que se desarrollaba ante sus ojos.

Sofía sostenía su bola de masa en la mano, pero la pobre niña no podía llevársela a la boca por la sencilla razón de que su cuerpecito se movía de un lado a otro. Ella estab

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