13

Apolo se metió las manos en los bolsillos del pantalón mientras caminaba por el pasillo como un león en una jaula estrecha. Había estado esperando cinco minutos frente a este pasillo silencioso a que ella se dignase bajar.

El reloj marcaba mil novecientos cincuenta y cinco minutos, así que ¿por qué estaba tan enojado que no la vio llegar cuando todavía le quedaban cinco minutos?

Apolo escuchó el clic de los tacones.

Volvió la cabeza por completo y se quedó atónito.

La joven bajó el último escalón en la distancia, casi perdiéndolo. Instintivamente, dio un paso adelante, el puso su mano frente a ella para detenerla.

Incómoda, se acercó a él y se detuvo a un metro de él.

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