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Agatha sintió que se le atascaba la garganta. La soltó, con su máscara de impasibilidad que nunca dejaba de preocuparlo. Con su estatura alta, constitución impresionante, sintió que estaba ocupando todo el espacio.

El poderoso ruso se alejó por completo para dirigirse a la barra.

- No tienes ...no Dijo tropezando con las palabras.

- Te recuerdo que eres tú quien se echó en la boca del lobo mi Caperucita roja. Declaró con voz ronca. Te acabo de dar un mordisco ...

Agatha se congeló cuando los escalofríos recorrieron su cuerpo de un deseo que pensó que se había extinguido.

- ¿Te atreves a decirme que no te gustó tu estancia en mi guarida? Continuó, sus ojos brillando con ira. Cuando confiamos en la chimenea durante la tormenta, en el restaurante, cuando sonreías con ojos felices, en el casino y cuando te besé. Cuando te subiste a mis zapatos para crecer más alto para profundizar nuestro beso.

¡- Basta! ¡No es necesario que me lo recuerdes! Gritó Agatha escarlata hasta las raíces de su c
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