La oscuridad de la noche se había hecho presente, envolviendo el pequeño patio en una penumbra apenas iluminada por la luz de algunas lámparas cercanas. Eric, oculto en las sombras que le brinda el frondoso árbol y lo estrecho del callejón logra abrir la vieja puerta. Una vez dentro de la estancia, nota que aquel espacio es la cocina, y por el nítido aroma y calor que se desprende de los fogones que se encuentra dentro de esta, es claro que hasta hace muy poco el espacio fue utilizado.Procurando tanto silencio como puede, el pelinegro sale de la cocina y se interna en los pasillos, el lugar es apenas lo suficiente amplio, así que el encontrarse a alguna de las monjas que residen allí no sería una idea descabellada. Si ese encuentro fuera con bella, serviría para ahorrarse muchos dolores de cabeza.Después de su conversación con la vieja monja, prefirió retirarse y esperara a que la noche le permitiera usar su manto para poder ocultarse con mayor seguridad. Un suave bullicio provenien
La luz del sol encontró a Bella orando con marcado fervor en la pequeña capilla. Su rostro bañado en lágrimas daba una imagen que podía romper el alma de cualquiera, y fue así cuando las monjas entraron en el recinto. Aunque extrañadas por la presencia temprana de la joven, no le dieron mayor importancia y solo entraron en la estancia para ellas también cumplir con sus plegarias matutinas y poder comenzar el día, o ese era su plan, hasta que un fuerte grito lleno el espacio.— ¡Por el amor de Dios! — con paso presuroso, la hermana Helen se acerca a Bella y la toma de las manos. Cuando los azules ojos de la joven se abren, la mujer mayor puede sentir como su corazón se rompe ante la vulnerabilidad mostrada por su mirada. — Isabella, debemos atenderte. — dice mientras se recompone.Negándose a ponerse de pie, Bella retira el agarre de las manos de la hermana con la intención de seguir sus oraciones, pero esta, toma nuevamente sus manos y con fuerza jala el cuerpo de la pelirroja para ob
El sonido del agua bajo los remos son una melodía constante. Entre la oscuridad de la noche, el pequeño bote se deslizaba tan silenciosamente como puede. A lo lejos, Bella puede ver las luces de la isla como pequeñas estrellas distantes a través de las aguas oscuras. El espacio del bote se encuentra alumbrado por la luz de la luna y por un faro débil que destellaba con intermitencia.El faro parpadeante lanza destellos tenues sobre el agua, dibujando sombras danzantes que se mezclaban con la bruma marina.Entre la negrura, Bella alcanza a ver como tenues luces emergen, casi como si flotaran sobre las oscuras aguas del mar. Mientras más se acercan a esas luces, una imponente silueta se vuelve cada vez más clara. El barco pirata envuelto en la bruma. Bella puede escuchar como la madera cruje suavemente, casi como si el barco mismo estuviera tejiendo una melodía en medio de la oscuridad de la noche, melodía que le da la bienvenida mientras se burla de ella al no haber podido escapar de s
La noche que en principio se había pintado calma, poco a poco comienza a volverse más fría. El vigía alcanza a notar el cambio en la humedad y la velocidad del viento por lo que sin dudarlo le indica a su compañero de guardia que despierte al capitán.En su camarote, Eric se mantiene despierto, recostado en su cama observa la lámpara balancearse, movimiento que poco a poco pasa de ser uno lento, a uno que se torna cada vez más enérgico. El toque en la puerta le hace levantarse y caminar hasta esta.— Capitán, el viento ha cambiado. — son las palabras de Sky tan pronto como lo ve.Saliendo del camarote, Eric no tarda en notar como el calmado susurro del viento, comienza a alzarse cada vez más, hasta ser capaz de sonar como un silbido que se torna más fuerte a cada segundo. Apresurando su paso hasta la proa del barco, se adelanta un poco sobre esta y escucha el azotar de las olas contra el barco. El oleaje había adquirió una cadencia más intensa al azotar la madera.— ¡Todos a cubierta!
Cuando todo cesó, el barco se sumió en un silencio únicamente roto por la tormenta. Dando la orden de llevar a los rehenes a resguardo, Eric nota como la cubierta del barco vuelve a la vida con el murmullo y el sonido de los pasos. Con la respiración agitada y la espada aún en mano, el pelinegro buscó con la mirada a Bella, cuando da con su figura de pie cerca de la entrada del camarote, avanzó cauteloso hacia ella, sorteando los cuerpos caídos y las huellas de la lucha. Cuando finalmente estuvo junto a Bella, el brillo de las linternas cercanas reveló la tensión y el temblar de su cuerpo. Manteniéndose en silencio, Eric colocó con suavidad una mano en su hombro.Los ojos de Bella, una marcada mezcla de culpa y dolor, se encontraron con los de Eric. En la penumbra, Eric pudo ver cómo las lágrimas recorrían sus mejillas, reflejando la carga emocional que la está ahogando. La espada que sujetaba con fuerza temblaba, testigo mudo de la intensidad de su conflicto.La mirada de Bella desce
Cuando el sol comenzó a despuntar, encontró a Bella de rodillas rezando dentro del camarote, su rostro marcado por el rastro seco de las lágrimas que estuvo derramando durante toda la noche. Con la frente apoyada en sus manos, seguía murmurando oraciones en busca de consuelo y perdón por su pecado. Para ella, la noche había sido larga y cargada de pensamientos oscuros sobre el futuro que le espera si no encuentra una manera de abandonar el barco y volver a su hogar.De repente, un estruendoso barullo resonó fuera del camarote, sacándola de sus pensamientos y haciendo que sus ojos se abrieran de par en par. Las oraciones quedaron suspendidas en el aire, y Bella escuchó con atención, intentando entender la naturaleza del tumulto.La indecisión se apoderó de ella. Por un lado, la curiosidad la incitaba a salir y descubrir la causa del alboroto; por otro, el miedo a lo que pudiera ser la mantenía cautiva en el camarote. Sin embargo, ante un pedido de clemencia, la intriga y la necesidad d
El sonido de las olas al chocar con la orilla es como el suave susurro de arrullo; solo las risas son lo único que interrumpe el sonido del mar. Kent es uno de los reinos más antiguos; su prosperidad siempre ha estado en boca de todos en el mundo. "El reino azul", así es como todos lo llaman.Mientras el sonido del mar se vuelve más distante, sus pasos se internan en el castillo, con sus dos hombres de confianza a su espalda. Las puertas del salón del trono se abren a su paso; una vez dentro, el salón del trono lo deslumbra.— Príncipe, no debes hacer eso. — Son las primeras palabras que llegan a él.En una de las esquinas, puede ver a una hermosa mujer; su rostro es como puede asegurar debe verse el de un ángel, su cabello rojo como el más puro de los carmines y un cuerpo capaz de robar el aliento. En su rostro, una marcada sonrisa mientras observa a un pequeño niño de unos 5 años reír mientras corre en torno al trono. Al notar la presencia del recién llegado, el pequeño niño corre co
— ¡Preparen las velas y mantengan el rumbo! — Es la orden, su voz llevando consigo la autoridad necesaria para no permitir quedarse ninguna duda de lo que desea.— ¡Entendido, capitán! Su tripulación, compuesta por hombres valientes y curtidos por la vida en el mar, obedecen con diligencia la orden dada. El viento agita sus negros cabellos mientras Eric observa la abadía a lo lejos, una silueta que se alza serena en medio del paisaje marino. El barco avanza con gracia por las aguas, dirigido por la destreza de su navegante. Mientras se acercan a la abadía, el rostro de Eric se ilumina con un fulgor resuelto. Girándose, fija su mirada en su primer oficial, la persona a la que, sin duda alguna, entregaría su vida.— Prepárate para desembarcar. — Dice mientras le observa y sonríe con arrogancia. — Quiero que esto sea un trámite rápido y preciso. Nos llevaremos solo lo que necesitamos.Eric se aproxima al timón y con un gesto el navegante se lo entrega, mientras, su mirada se mantiene fija