“No tengo idea”. Shedrick frunció el ceño. “Pero hace un tiempo, cuando comí con Monte, no mencionó a Eliza en absoluto. Es más, cuando se separaron, Monte realmente… estaba harto de Eliza”.

“¿Harto de ella?”. Chester pronunció esta palabra con voz profunda.

Un sentimiento indescriptible lo invadió.

Resultó que el b*stardo de Monte estaba harto de la mujer de Chester.

¿Eliza era una desgracia?

Temiendo que Chester volteara la mesa con rabia, Shedrick dijo con amargura: “Hubiera sido bueno que no hubiéramos terminado su contrato. Esta vez, es culpa de nuestra empresa. Necesito persuadirla para que regrese y firme el contrato con nosotros, pero definitivamente lo rechazará”.

“No dejaré que se salga con la suya”. El tono de Chester era frío. “Haré que regrese obedientemente y trabaje con nosotros”.

Shedrick abrió la boca.

Quería decir que fue su culpa desde el principio y que no era una buena idea que obligaran a Eliza a regresar con amenazas.

Sin embargo, Chester siempre había s