VAHugo Bellucci era una anomalía.Él es honesto… bueno, tanto como podría serlo, lo desafié más veces de lo que estoy seguro que la mayoría tiene y todavía estoy respirando y no pude leerlo.En este momento, se arrodilló sobre una rodilla frente a mí, una de sus manos sobre mi pantorrilla y la otra en mi muslo, torciendo mi pierna para ver mejor la herida que había cosido profesionalmente. Dondequiera que sus manos tocaban, sentí un hormigueo a través de mi cuerpo y de repente se volvió un poco demasiado caliente aquí.Se me había puesto la piel de gallina y esperaba que no los viera, pero con la forma en que su cuerpo estaba tenso, diría que su mente estaba demasiado preocupada.— Deberíamos volver con Bianca—dije, queriendo cualquier cosa para alejarlo de mi parte. No me gustó la respuesta de mi cuerpo a su presencia. Mi cuerpo va opr libre y le encantaría que hicieramos cosas más dulces de las que estamos haciendo, el simple pensamiento hace que mi cuerpo vibre ante mi imaginación
Traté de no quedar impresionado con el edificio cuyo garaje solo había podido ver el aparcamiento pero no pude. Supe que era de Hugo de inmediato, ni siquiera necesité buscarlo, ni siquiera necesitaba que nadie me dijera nada.Más de 100 pisos y la iluminación que venía del cristal era perfecta. De nuevo, traté de no quedar impresionado pero era jodidamente complicado, el lujo se olía de lejos.Hugo y Amanda salieron primero del coche. Saqué las pastillas, las tragué con lo último de mi jugo de naranja. De hecho, me sentí mucho mejor que antes. No muy bien, pero mejor. Escondí la bolsa de medicinas debajo de mi camisa cuando salí del auto, encalando junto con Amanda y Hugo.¿Era yo o caminaban más despacio?¿Y si sospechaban algo de mi?Suspiré, decidiendo que averiguar eso no era mi prioridad en este momento. Llegamos a un ascensor y Amanda presionó el botón para subir. También vi otro botón para bajar, me sorprendió que hubiera más niveles debajo de este piso. Una cosa era segura.
—Este no es el piso…— Le dije pero ella solo negó con la cabeza como si fuera obvio. No entendía nada pero al mismo tiempo sabía que de Amanda nada malo me llegaría, esa mujer parecía que batallara sus propias guerras internas, había algo que la perturbaba y no quería saber que era, porque parecía el tipo de fantasma que acaba venciendo y consumiéndote en consecuencia.—Este es mi piso. Tristemente, me bajo aquí pero… piensa en lo que dije.Los ascensores se cerraron y lo último que vi fue una pequeña sonrisa triste en la cara de Amanda, había algo familiar en ella pero era incapaz de saber decir el qué.Los últimos días han sido un infierno, para ella y para mí. Creo que solo necesitaba algo de tiempo para refrescarme y relajarme antes de volver a levantarme. Amanda tenía razón. Necesitaba establecer mis prioridades y mi primera sería buscar mi donante de esperma y mi incubadora humana.Lo que vendría después de eso… No tenía ni idea de qué era.Lo que estaba claro es que fuera como
—Grazie—susurré, bajando la mirada e inclinándome un poco hacia atrás.Odiaba esta tensión. No sabía que esperarme ni cómo defenderme, estaba profundamente a su merced y lo peor de todo no se si él lo sabe. No se si sabe que puede tenerme cuando desee que no pondré ni la más mínima resistencia. La verdad es que en momentos como estos me siento profundamente desubicada, fuera de lugar, como si nada ni nadie pudiera hacer nada por mi y estuviera totalmente expuesta a él.Hugo envolvió su mano alrededor de mi cuello, usando su pulgar para girar mi cara hacia la suya.—¿Qué me estás haciendo?— susurró y yo creo que tenía una idea de lo que estaba hablando, pero no quería admitirlo. Al menos no en voz alta. Admitirlo en voz alta acabaría conmigo, con la poca cordura que me quedaba y consecuente fe en mi misma.Hugo me estaba arruinando. Los muros que estaba tratando de construir a su alrededor se habían derrumbado, los derrumbó con un solo toque. Esto no me había pasado antes, nunca, y pe
—Sí. No estaba en la mansión cuando ocurrió el ataque—dijo ella tomando asiento al otro lado del mostrador.—¿Dónde estabas entonces?—Pregunté.—No es de tu incumbencia— respondió ella rápidamente, mirándome. Sostuve mis manos arriba en son de paz, ni quería discutir ni tenía energía para hacerlo, solo quería un poco de paz, estabilidad, ambas me habían sido arrebatadas de una manera que sigo sin poder comprender.—Lo que sea. Actúas como si tu respuesta fuera relevante, me importa un carajo, solo déjame tranquila—dije colocando la última rebanada de pan en mi sándwich… Ella suspiró con cansancio, como si no entendiera o no comprendiera exactamente lo que estaba sucediendo ahí con nosotros. Como si escapara de su lógica de entendimiento esta locura que hemos hecho llamar vida por alguna extraña convención social humana donde todo lo que sucede debe tener un propósito. —¿Dónde está Hugo?—la pregunta sale sin que pueda procesar la información. De haberlo hecho probablemente no habría
—¿Crees que con solo sonreírle a un chico te meterá en la cabeza?— pregunté poniendo los ojos en blanco ante lo absurda que podía a llegar a ser esta mujer—Se trata de seducción, manipulación. Si crees que entendiste eso, ve y sonríele a algún imbécil al azar, pero no me llames para ayudarte si te equivocas.La verdad es que se trataba de algo mucho más profundo como para que alguien con el iq de la barbie mafiosa que tenía en frente pudiera comprender, era algo mucho más complejo incluso para mi.No se hasta que punto usar mi persona como un arma en contra de mis enemigos había acabado siendo en contra de mi misma. Ahora la única imbécil que no se podía sacar a alguien de la cabeza era yo por desgracia, lo peor es que pronto tendré que pagar las consecuencias.Ella me miró nerviosa a los ojos como si en cualquier momento fuera a tomar las armas y acabar conmigo por hereje, tal vez había tocado algunos temas sensibles para ella, aun así no dice nada.—¡Oye, Ava!—animó, con una sonrisa
—Sí. No estaba en la mansión cuando ocurrió el ataque—dijo ella tomando asiento al otro lado del mostrador. —¿Dónde estabas entonces?—Pregunté. —No es de tu incumbencia— respondió ella rápidamente, mirándome. Sostuve mis manos arriba en son de paz, ni quería discutir ni tenía energía para hacerlo, solo quería un poco de paz, estabilidad, ambas me habían sido arrebatadas de una manera que sigo sin poder comprender. —Lo que sea. Actúas como si tu respuesta fuera relevante, me importa un carajo, solo déjame tranquila—dije colocando la última rebanada de pan en mi sándwich… Ella suspiró con cansancio, como si no entendiera o no comprendiera exactamente lo que estaba sucediendo ahí con nosotros. Como si escapara de su lógica de entendimiento esta locura que hemos hecho llamar vida por alguna extraña convención social humana donde todo lo que sucede debe tener un propósito. —¿Dónde está Hugo?—la pregunta sale sin que pueda procesar la información. De haberlo hecho probablemente no hab
—La verdad es que no soy ninguna chica de los recados, ni quiero serlo. Me estoy hartando de este juego. Solo dile que vine y su abogado quiere saber cuándo quiere el contrato reenviado— dijo Amanda deslizándose de su taburete como si de verdad no quisiera aguantar ni un segundo más en este lugar.Ya éramos dos.—¿Qué contrato?— Pregunté, recordando vagamente que Hugo me había ofrecido otro contrato cuando conocí a Amanda.—Eres súper inteligente, ¿no? Des..cúbrelo— gritó Amanda por encima del hombro mientras dejaba el piso. Maldita perra inútil, no sirve ni para sacar la información.La verdad es que esta chica cada día me sorprende más y más, cuando crees que no puede superarse en cuanto a estupidez, decide hacerlo.Todo lo que quedó fue un Kol muy confundido.—¿Qué? ¿Quieres que te persiga?— Pregunté mirándolo.—No, eh… Solo quería preguntarte cómo estabas—dijo rascándose la parte de atrás de su cabeza.Este chico es más estúpido de lo que pensaba. No me jodas que busca algo más c