LORIEN Un dolor sordo rugía en mi pecho, pero me obligué a acallarlo. —¿Estás segura? Mire bien —se detuvo incluso, creo que hasta se olvidó de su mujer. Su expresión, cada vez más seria y ansiosa. —Sss... sí... —Vamos ahora mismo a comprobarlo… —¡No! Debo ir con mi cachorro. —La guardia custodia la pensión. Puede estar segura de que es el lugar más resguardado de la manada en estos momentos —me aseguró, dando órdenes a sus hombres, quitándose la pesada armadura y haciéndome seguirlo para desviarnos. Ya la rueda del destino estaba en marcha y, mientras llegábamos a los límites de la manada por un sitio más concurrido y nos perdíamos entre los mercadillos nocturnos, sentía que me iba arrepintiendo. Quizás él aún estaba cazando, tal vez regresó a la pensión, quizás me mintió y nunca fue a vender ninguna carne. Todos mis "quizás" se destrozaron cuando, escondidos en una callejuela, espiábamos hacia los puestos de venta. —¿Quién es? ¿Me lo puedes señalar? Mi mirada gris
LORIENNo importaba cuánto luchara por escapar, escuchaba sus patas siempre pisándome los talones, su respiración en mi nuca, su enorme cuerpo a punto de saltar sobre mí.Y precisamente eso hizo.Cuando salí a un campo de labranza lleno de enormes fajos de heno enrollado, creí poder esconderme.Solo fui una ilusa. Repentinamente, escuché su gruñido enojado y su enorme cabeza me empujó hacia adelante en la carrera.Caí de bruces sobre la suave paja que amortiguó cualquier golpe. Luché por escalar el heno, pero mis botines fueron mordidos y me arrastró hacia atrás.Volví a quedar semiacostada, a merced de ese depredador que ya estaba sobre mi espalda.—¡Espera, no, no! —luché cuando su hocico se metió por debajo de mi falda, subiéndola hasta mi cintura.Con una pata me controlaba contra la hierba seca, sus afilados caninos desenvainados justo al lado de mi oído.Gruñó bajo, una cruda advertencia. Dejé de luchar por instinto.Algo dentro de mi corazón me decía que no me haría daño, pero
LORIENCon grandes zancadas, el príncipe se internó en el fuerte.Creí que me bajaría frente a los guerreros, para humillarme, pero no fue el caso.Me mantuve con la cabeza abajo y la vergüenza recorriéndome, imaginando que todos estaban observando este deplorable espectáculo.¿Y si Soren me veía así?Subí la mirada un segundo, pensando en enfrentar ojos llenos de lástima, quizás burlas o indiferencia, pero la verdad… es que no había nadie.El patio interior, vacío; ni un alma asomada en las ventanas de las altas torres.Cuando nos adentramos por los opresivos pasillos, ni una persona se cruzó con nosotros.¿Esto es un fuerte lleno de fantasmas o qué?El intimidante morro azul se acercó de nuevo a mi rostro lleno de confusión.Antes de reaccionar, volvió a lamerme con suavidad la mejilla. Mis ojos se cruzaron con los suyos rojos, intensos y hermosos.—Deja de ser cariñoso con la esclava —la voz ronca y áspera de ese salvaje lycan le habló a Ulric—. No creas que se va a quedar contigo
LORIENAsomé la cabeza al pasillo, preparada para cualquier sorpresa, pero… estaba por completo vacío.—¿Hola? —me erguí un poco más, llamando en voz baja, saliendo de la habitación con dudas.¿Estaría Damon probándome para ver si me escapaba?Lo siento, pero si dejó la puerta abierta, se va a decepcionar de nuevo. No me quedaré encerrada, obedientemente.¡BAM!Un sonido al doblar del pasillo me sobresaltó.Sacando valor, fui caminando con lentitud, mirando hacia atrás, arriba, a todos lados, llena de paranoia, hasta que doblé la esquina.Me topé con otro pasillo interminable, con más y más puertas.Las antorchas en la pared de piedra titilaban, arrojando poca luz.Encontré un busto que se había caído sobre la alfombra. Su pedestal estaba vacío. Aquí no hay viento; alguien lo dejó caer.El chirrido de la puerta cercana me puso todos los cabellos de punta.Me levanté enseguida, soltando la estatua, lista para enfrentarme al ogro del príncipe, pero una carita fue la que se asomó por l
DAMONMoría por también apretarlos entre mis brazos.Incluso al valiente Soren, que ya lo siento de verdad como mío.Casi cedo al escucharla llorar, odio que llore y más por mi causa.Me pasé tanto tiempo fuera de su puerta… soy un idiota, yo mismo me estoy castigando. Pero cada vez que recuerdo ese momento en la plaza me hierve la sangre… yo estaba escuchándolo todo…Lo tomé como una señal de la Diosa. Es mejor esconderla bajo el título de esclava.Si mi enemigo es mi hermano mayor, como sospecho, la guerra no será fácil. Y ahora mismo, Lorien es mi mayor debilidad.Tampoco quiero que se alejen de mí, ni confío en más nadie para cuidarlos. Ellos dos deben estar bajo mi resguardo, aunque sea en el propio palacio.Como una esclava, nadie se fijará en ella.Entré en la habitación cuando estuve seguro de que dormían, mis pasos llevándome en la oscuridad hasta sus siluetas.Me quedé de pie, observándola. Abrazaba a Soren, pero casi no se veía, sumergida en el pelaje azul de Ulric.Esti
NARRADORAEldora asintió y caminó en dirección al despacho del Amo.El calor siempre era asfixiante. Como un dragón de fuego, él disfrutaba de este ambiente, pero Eldora anhelaba subir a tomar el aire en la superficie.Aquí se aburría. ¿Cuál era su propósito?Al tocar la puerta de obsidiana, una voz baja y firme la mandó a pasar.—Amo, aquí estoy —le dijo con respeto, cerrando la puerta y bajando la cabeza.En sus ojos aparecieron las botas lustradas del dragón.—Mi pequeña Eldora, hasta aquí me llega tu aburrimiento. —Unos blancos dedos presionaron su barbilla hacia arriba.—Amo, yo no…—Ssshhh —acarició sus labios, acallando sus palabras.—Sabes que a mí no me puedes mentir, ¿verdad? —Flavio le dijo, hechizante y encantador.Mirando a ese hermoso rostro, le había gustado demasiado esta sirvienta que encontró por accidente. Las Neiras siempre fueron sus favoritas, pero ella aún se resistía a él.—Tengo una misión para ti. Necesito que recorras el Bosque Oscuro, clan por clan, y sel
NARRADORAAL DÍA SIGUIENTE…—Por favor, discúlpanos, fue un pedido especial, la verdad, nos sentimos pésimas. —Lorien se enfrentaba a la madre e hija de la pensión. Su expresión no era muy agradable, le hicieron pasar un momento bien desagradable y, al final, todo fue un complot bien ensayado. Eran excelentes actores. —Srta. Lorien, los demás también quieren venir a pedirles disculpas, pero… bueno, son machos y el príncipe… —Está bien, está bien —Lorien movió la mano sin querer seguirle dando importancia al asunto. —¡¿Entonces nos perdona?! —Laura le tomó las manos, con la conciencia llena de remordimientos. Su padre, en realidad, sí que era Trevi y la Sra. su madre. Eran una familia y los soldados, interpretaron a “los bandidos carroñeros”, al mozo y al nuevo dependiente. Al ver la actitud tan valiente de Lorien, se habían sentido fatal. —Bueno, lo pensaré… —Gracias, gracias, Srta. Lorien —fue abrazada por la chica y, al final, Lorien tenía corazón de pollo. —¡Te compramos
NARRADORALas palabras “mi señor”, dichas de manera tan puta por esa boca coqueta, hicieron que los testículos de Damon palpitaran emocionados. —Es eso o dormir sin nada, tú escoges —le dijo con voz salvaje—. Póntelo y la prenda íntima también. Lorien tomó el vestidito de tul, levantando los brazos, disfrutando de las pupilas de Ulric que seguían el rebotar de sus senos. Se pasó la suave tela por la piel, moviendo el cabello húmedo, que aún goteaba. Sus curvas fueron cubiertas por la transparencia en negro, mostrando prácticamente todo. —La prenda… íntima —Damon estaba que ladraba como un perro en celo, no iba a aguantar mucho de este jueguito. Cuando Lorien se giró a buscar la mini tanga, que era más decorativa que otra cosa, escuchó el sonido de sus pasos y se estremeció de anticipación. La prenda en sus manos fue tomada desde atrás por una mano más ruda y grande. —Yo te la pongo —el aliento caliente susurró magnético en su oído. Entre sus muslos la humedad aumentaba; a su