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Capítulo VI Realidades paralelas

De: Mario Blein

- Hola Astrid, me tomé el tiempo de escribirte este pequeño mensaje y tengo en mi mente que parte de lo que le pasó a tu hermano fue mi culpa, bueno es una forma de decirlo, necesitaba expresarlo ahora que está la situación complicada con tu hermano, antes que nada, siento que por entretenerte o bueno retenerte mucho tiempo conmigo en el bar, nos conocemos poco, pero con lo que nos pasó, siento que eres una amiga, me arrepiento nuevamente por lo sucedido y de verdad espero que aceptes mis sinceras disculpas, quise poner una frase en otro idioma, pero no se me da bien o eso pienso. Espero comunicarme contigo después de esto y verte muy bien. ¡Adiós!

- No pido más – dijo Astrid

Astrid no sabía si era un genio o un completo idiota, dependiendo de la perspectiva de algunos pudieron haber sido unos errores en la caligrafía o en la tinta, pero para pocos un mensaje, no tan oculto, pero tampoco a la vista. Pero el ocultar el mensaje ya era trabajo de Astrid con un esfero y completar todo al mismo tono y ella lo sabía.

La carta decía “HAY UNA CARTA AL FONDO”, ella pudo deducir en segundos que la otra carta se encontraba debajo de todas esas frutas. La iniciativa había sido perfecta y empezaba la carrera contra el tiempo.

- Astrid empezó a sacar todo lo que estaba en la canasta mientras renegaba diciendo - ¿Por qué fue tan detallista para un camuflaje?

- ¿Hermana? – se escuchó una voz muy débil.

Astrid dejó de buscar, regresó a ver a la cama donde estaba su hermano.

- Muy alegre dijo – ¡Hermano!, por fin despiertas, ya extrañaba molestarte.

- ¿Cuánto tiempo pasó?, ¡Ah! Me duele todo – dijo Daniel.

- Ya no te muevas, te hicieron 10 puntos en el brazo – respondió Astrid enojada.

- Solo unas horas y agradece que no dije nada a nuestros padres- siguió Astrid.

- Te debo una, igual no fue nada grave – Daniel se empezó a reír mientras se quejaba de dolor. 

- No les iba hacer viajar 10 horas, después de que me dijeron que ya estabas bien, ¿no quieres comer o dormir de nuevo? – Astrid.

- Pues dormiré un poco, hasta que se me pase el efecto de la anestesia – dijo Daniel.

- Astrid se puso a un lado de la cama, acarició su cabeza y dijo – duerme hermanito tonto.

Pasaron unos minutos, la hora del reloj del cuarto del hospital marcaba las 12 horas y 35 minutos de la tarde. Otra vez se había dormido Daniel, lo que más quería en el mundo.

- Necesito seguir contigo, así que no despiertes hasta que termine – dijo Astrid a su hermano dormido.

Volvió a su búsqueda, hasta que por fin asomó la carta.

- Antes de leerla borraré evidencia del otro mensaje – dijo Astrid mientras se puso a repasar todas las letras de la otra carta con un esfero.

Guardó la carta entre su abdomen y su pantalón para no perderla de vista y de paso camuflarla.

De pronto, dos policías irrumpen en el cuarto de hospital y detrás entra el detective Luis.

- Levante las manos, está acusada de asesinato, tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga puede y será usado en su contra, tiene derecho a una llamada y tiene derecho a un abogado, si no lo tiene el estado le proporcionará uno – dijo todo esto mientras llevaba las manos de Astrid tras su espalda y le ponía las esposas.

Todo este bullicio fue suficiente para despertar a Daniel, que se levantó muy asustado.

- ¡Hey ¿Qué hacen con mi hermana?! – dijo Daniel gritando.

- Luis dijo – llévensela, yo me quedaré a interrogar e informar a su hermano.

El detective empezó a contarle que habían hallado huellas de su hermana cerca de la escena del crimen.

- Detective ¿Qué crimen? – dijo Daniel perplejo.

- Lo olvidé, tú ya estabas en el hospital con ella – contestó Luis.

- Mira las horas del deceso del chico que encontramos coincide cuando Astrid estaba en la casa de Mario, él también es sospechoso, eso es lo que tenemos por el momento, trataré de informarte si sucede algo más – dijo Luis.

El detective cerró la puerta y el cuarto se quedó en silencio, no sabía en que pensar, todo había ocurrido extrañamente mal, Daniel no tenía ni la menor idea de porque había huellas cerca de la escena del crimen, es más quién era Mario, ¿Era ese Mario que creía? tantas cosas al mismo tiempo lo hicieron estresarse mucho que no quería quedarse quieto en el hospital, quería ir a ver a su hermana, preguntarle muchas cosas, él solo quería respuestas.

Trató de levantarse de la cama, pero como era hora de almuerzo lo encontraron en plena fuga.

- Debe descansar – dijo la enfermera que le iba a dejar su comida.

- Es que no entiende, debo ir, mi hermana me necesita – Daniel algo alterado.

- Sigue anestesiado, no irá a ningún lado, si sigue así me veré obligada a ponerle más sedantes para que se calme, su condición es delicada – respondió la enfermera.

Lo que le faltaba para completar su desesperación, ahora estaría vigilado y sedado. Estaba condicionado a no poder hacer nada por el momento.

Por otro lado, lejos del hospital, el detective en el camino a la oficina de policía no le mencionó a Astrid que a Mario también lo habían llevado al mismo tiempo que a ella y que posiblemente se crucen miradas, lo mismo era para Mario.

Mario no obtenía alguna respuesta de Astrid, todavía seguía en el dilema de saber qué es lo que ella sabía, mientras Astrid necesitaba de Mario para que se pusieran de acuerdo con el momento anterior al cuarto donde falleció el chico.

Todo estaba de cabeza para los dos y Luis pensaba que los tenía, solo era cuestión de interrogarlos por unas horas y saldría toda la verdad a flote.

Como si los volviera a unir el destino, volvieron a encontrarse en la puerta de la oficina de la policía, los dos se vieron fijamente y no era con una sonrisa, ni tampoco confiados, al fin estaban cerca, pero hasta los centímetros son distancia.

Astrid pensó rápido y fingió caerse al piso, al mismo tiempo dejó caer la carta cerrada - Astrid cuando la ayudaron a pararse dijo – por favor recojan la carta, son los costos del hospital donde está mi hermano, si pierdo eso estoy perdida, aún no los he visto.

Ya estaba demostrada la inteligencia de Mario y Astrid, esta fue su manera de decirle que estaban en problemas.

Los dos debían apegarse a su historia, otra vez, y Astrid aumentar una parte que tendría sentido, pero tal vez no sea tan convincente. Era su única oportunidad.

Los llevaron a dos salones conjuntos de interrogatorio, primero fueron por Mario, Luis era el encargado de hacerles las preguntas y esta vez con libertad.

Volvió con las mismas preguntas de antes, pero esta vez añadió.

- ¿Cuándo fuiste al cuarto del crimen, qué tenías que hacer? – Luis.

- Solo tomé una camiseta, él y yo, solíamos compartir la ropa en muchas ocasiones – Mario.

- Bueno si se llevaban bien, sé que me puedes explicar, esto – Le mostró el informe forense y unas fotos de la autopsia.

- Disculpe detective ¿Puede ser más específico?, era mi amigo y simplemente no puedo ver esas imágenes, todavía no asimilo que él ya no está conmigo - Mario.

- Está bien, entonces responda, ¿Sabía que su querido amigo usaba drogas? - Luis

- Solo sabía que él tomaba pastillas para la depresión, nada más – Mario.

- ¿Afirmas con seguridad que nunca lo viste inyectarse nada? – Luis.

- ¿A qué viene eso? ¡¿inyectarse?! Eso nunca me lo contó – Mario.

- Toc. Toc – sonó la puerta de manera rápida y fuerte.

- Estamos en un interrogatorio, díganle que se vaya a quien sea que este ahí – Luis.

Abrió la puerta el señor bien vestido de corbata,

- ¡Esto se acaba aquí!, desde este momento yo defenderé a Mario Blein, todo lo respondido hasta el momento es ilegal.

- ¡Bah! Está bien tiene 10 minutos para conversar con su cliente – Luis.

Mario estaba extrañado, él no había llamado a ningún abogado y no pensaba hacerlo porque sabía que saldría libre.

- Si que te has metido en un lío, gracias a tu amigo Carlos estoy aquí, el me suplicó para que te ayudara - Abogado.

- Antes que nada, señor abogado, por favor también represente a mi amiga Astrid, ella tampoco tiene nada que ver, estuvo conmigo todo el tiempo y… y… y yo le pagaré los honorarios - Mario.

- Está bien, solo por esta vez, pero para estar seguro, ¿De verdad no tienes que ver nada con la muerte? Necesito la verdad para tener una buena defensa - Abogado.

- Se lo juro, él era mi amigo, nunca podría hacerle eso – Mario.

- Está bien, cuando entren diles lo mismo que les has dicho – Abogado.

El abogado dio la señal de que podían pasar, entonces el verdadero interrogatorio iba a empezar y esta vez protegido gracias a su amigo.

- Ahora si con la presencia de su abogado, me responde ¿Sabía que su amigo era un adicto a la morfina? – Luis.

- No, nunca me lo dijo, yo solo sabía lo de sus pastillas y esas fueron bajo receta médica - Mario.

- ¿No tienes idea de cómo consiguió todas esas dosis? – Luis.

- No, yo desconozco, pero él estudiaba la misma carrera que yo, medicina, él iba unos semestres más adelantados a mí - Mario.

- Pero tú también estudias la misma carrera, ¿no fuiste acaso tú el que le daba la medicina? - Luis.

- Es imposible, yo recién inicié prácticas en comunidades lejos de hospitales, lo más que se tiene ahí son pastillas o antibióticos - Mario.

Como lo predijo Mario, por como respondió no tenía nada que ver, ni siquiera podía estar implicado, él estaba más tranquilo, pero todavía dependía de Astrid, aunque de cierta manera sabía que no había dicho nada, si no se lo hubieran dicho, el detective estaba arruinado, no tenía nada contra Mario, solo debía dejarlo ir.

- Creo que eso es todo, dejen libre a mi defendido y vamos con mi otra defendida - dijo el abogado.

- ¿Cómo? ¿También piensa defenderla? – Luis un poco abrumado.

El caso se estaba cayendo a pedazos, solo había un cimiento y solo podía depender de sus respuestas. Con Astrid era un todo o nada y por fin se terminaría este tormento.

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