Ya pasaban de las dos de la tarde en la oficina cuando Sofía empezó a sentir una leve molestia en el abdomen.

Ese día se sentía indispuesta, y nada de lo que hacía le quitaba esa indisposición. La única hora del día en que logró distraerse un poco fue a la hora del almuerzo, cuando Kate le contó sobre la invitación que Mateo le había hecho.

Aunque ya había dejado claro que apoyaría la relación de los dos, Kate aún parecía tener recelo de contar las cosas, como si tuviera miedo de la reacción de su amiga.

Aunque pareciera extraño, no se sentía molesta al saber que su amiga podría tener un romance con su antiguo amor, que nunca dejó de ser platónico. En el fondo, estaba animando a los dos. Sofía no le comentó a su amiga, pero notó que después de contar sobre su embarazo, Mateo pareció perder totalmente el interés en ella.

Eso fue incluso algo bueno, pues así se sentiría más cómoda quedándose en el apartamento con él, sin tener que evitar sus insinuaciones.

Mientras tecleaba en la computa