¿Crees que te dejaría ir?

Sus perlas esmeralda se deslizaron hasta sus labios, que parecían rosados y húmedos. La chica tragó saliva antes de que sus ojos se encontraran nuevamente con su mirada turbia.

Le tomó suavemente la barbilla con uno de sus dedos y le levantó la cara. Sus ojos se iluminaron al ver la marca.

—Se ve mejor ahora —dijo con voz áspera y ella parpadeó como una niña tímida.

—¿P...por qué? —ella tartamudeó con un puchero de mal humor, se refería al mordisco de amor.

Draco miró sus labios. Esos bordes rojos separados se veían tan regordetes y jugosos cuando los acarició con la yema áspera de su pulgar, provocando que ella respirara profundamente.

—Sólo quiero que todos sepan qué se estaba gestando exactamente entre nosotros. Y si te preocupas por este mordisco de amor, he pensado en marcarte de verdad —el jadeó, sus ojos se abrieron como platos y lo miró boquiabierta, estupefacta.

—Pero en la boda…

—No te marque en la boda, en caso contrario no hubiera seguido parada, solo bebí de ti.

—No puede
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