Una patética humana como su reina.

Flor se quitó el abrigo de piel y tuvo dificultades para salir, con aquel vestido. Draco ya había desaparecido mientras ella intentaba ser cautelosa y caerse cuando, de repente, una figura amenazante se paró en la puerta con la mano hacia adelante.

Era uno de los guardias de Draco.

Flor silenciosamente colocó su pequeña mano en la grande de él mientras él la ayudaba a salir, al mismo tiempo Draco se giró para ver qué le estaba tomando tanto tiempo y sus ojos se detuvieron en sus manos.

Flor dio la vuelta y estaba de espaldas a Draco.

Sus ojos se abrieron por una fracción de segundos antes de controlar su expresión. El vestido estaba sin espalda.

La extensión inmaculada de su piel rosada lo hizo respirar agitadamente. No prestó mucha atención al vestido cuando lo eligió al azar.

Vio como Ezra se presentaba y ella le agradecía por ayudarla antes de girarse hacia él y sus miradas chocaron.

Él nunca lo diría ni en un millón de años, pero ella se veía deslumbrante. El vestido se ciñe a su
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