Feroz e ingenua

Flor respiró entrecortadamente mientras apretaba el cuchillo hasta tal punto que sus nudillos y la piel debajo de sus uñas se pusieron blancas.

Se mordió el labio inferior antes de mirar a Hailey, que parecía horrorizada. 

Benjamín la sostenía frente a él mientras le aseguraba dolorosamente los brazos detrás de la espalda para mantenerla en su lugar.

—Adelante, no me hagas esperar mucho —Dexter dijo metiéndose una cuchara en la boca mientras se concentraba en su desayuno.

No podía apartar los ojos de la temblorosa Hailey. Las lágrimas corrían por sus mejillas y parecía aterrorizada. 

Las miradas del resto del personal eran tranquilas, pero sus ojos reflejaban miedo, lo que significaba que algo así debía ser algo cotidiano y, por qué no, su Príncipe era un psicópata absoluto.

—P... por favor —gimió Hailey y Flor tragó el nudo de emociones en su garganta.

Este loco debe estar loco si cree que Flor mataría a uno de su especie. Si los humanos no se mantienen unidos, estos buitres se los comerían vivos.

Miró a Dexter desde su visión periférica. No había ningún guardia cerca de él y tal vez no hubiera otra buena oportunidad.

—Lo siento —susurró Flor con calma, mirando a Hailey completamente sin darse cuenta de que alguien la estaba observado desde el balcón del pasillo, cada movimiento de ella como un halcón.

Hailey sacudió la cabeza salvajemente, luciendo horrorizada. 

A Flor le resultó extraño por qué esta chica estaba tan aterrorizada. Debería haber estado acostumbrada a estos monstruos.

Justo cuando Dexter dejó la cuchara, Flor se abalanzó sobre él con la intención de perforarle el corazón con el cuchillo y matar al monstruo en ese mismo momento, pero Dexter agarró la daga desnuda justo antes de que pudiera tocar su pecho.

Sus ojos se abrieron cuando aplicó fuerza, pero el cuchillo no se movía. Ella observó atónita cómo la sangre goteaba de su mano que estaba apretada sobre el cuchillo.

Una sonrisa revoloteó en sus labios y con mucha calma se puso de pie en toda su altura, haciéndola sentir pequeña de repente.

Acercó el cuchillo, lo que hizo que ella se acercara más a él con un grito ahogado cuando el cuchillo le atravesó el pecho.

Sus ojos azules parecían mortales mientras inclinaba la cabeza. 

El largo mechón rubio perturbaba su vista mientras que el resto de su cabello permanecía recogido en un moño.

—Qué cosita tan feroz e ingenua eres —dijo alegremente.

La sonrisa en su rostro hizo que se le revolviera el estómago y la confianza en sus ojos significaba sólo una cosa: estaba esperando que ella lo atacara y esa fue la única razón por la que le entregó el cuchillo en primer lugar.

—¿Viste a esta hermano? —Dexter siseó y Flor se puso tensa. Y de la nada, se dio cuenta de la mirada penetrante que perforaba agujeros en su cabeza.

Su rostro se agitó y se puso rígida cuando sus ojos chocaron con los tonos negros que la miraban sin emociones. Ella no podía decir qué estaba pasando dentro de su cabeza.

El cuchillo fue arrancado de su agarre cuando Dexter lo arrojó.

—Guardias —ladró y segundos después, los guardias vestidos igual que Benjamín se apresuraron a entrar.

—Traigan a esta mujer a las mazmorras —ordenó y los guardias la agarraron de los brazos con fuerza mientras ella luchaba.

De repente fue como si su coraje se hubiera ido por la ventana cuando se dio cuenta de la presencia de Draco en el pasillo. 

No le gustaba el miedo que su cuerpo mostraba hacia él. Era aterrador y lo odiaba. 

Ese hombre ni siquiera ha hecho nada y aun así ella se comporta como un gatito asustado en su presencia.

Recuperó el sentido cuando los guardias la arrastraban por el pasillo. 

Ella luchó y trató de liberarse, pero fue imposible. Echó un vistazo por encima del hombro sólo para encontrar a Dexter pisando fuerte justo detrás de ella. 

Cuando sus ojos se encontraron con los suyos, él le dedicó una dulce y espeluznante sonrisa que provocó que escalofríos recorrieran su espalda.

Las puertas se abrieron con estrépito y su nariz se arrugó ante el olor acre del lugar. Se preguntó si dejaría ir a Hailey. Esperaba que Benjamín no le hiciera daño.

—Átenla —ordenó Dexter detrás de ella y los guardias hicieron exactamente lo que él ordenó.

Se alejaron de Flor que luchaba, que estaba firmemente atada con las cuerdas sobre su cabeza y su espalda contra el pilar. 

Estaba jadeando pesadamente debido a toda la lucha mientras su pecho subía y bajaba pesadamente.

—Váyanse —ordenó Dexter y justo cuando llegaron a las puertas, los detuvo—. Dile a Benjamín que castigue a esa esclava durante veinte minutos. Ella debería aprender a valorar el tiempo, ahora vete —dijo Dexter.

—¡No! —Flor gritó mientras luchaba salvajemente pero simplemente se fueron. Las lágrimas brotaron de sus ojos, pero se negó a llorar.

—Acabas de conocerla hoy y ya estás muy preocupado por ella —murmuró Dexter, molesto.

Sacando un pañuelo de su bolsillo, se envolvió la mano con él porque la herida ya había comenzado a sanar.

—Ahora, ¿cómo te castigaré por intentar matarme? 

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