Ana se sintió mareada, comenzaba a hartarse terriblemente de tener ese tipo de emociones fuertes, pero era inevitable que el cuerpo le temblara y los puños se le apretaran clavándose las uñas en las palmas de las manos.—Tiene que ser un error —le dijo Luisa revisando una y otra vez la página del periódico, pero Ana negó.—Eduardo me robó mi historia —dijo con ira contenida —¿es así como ha llegado a donde está? —luisa la tomó por los hombros y la sacudió.—Deja de ser apresurada —la regañó —no saques conclusiones sin antes hablar con él —Ana negó con la cabeza repetidas veces.—Él va a embaucarme con sus palabras bonitas y su inteligencia —dijo, tenía tanta rabia que estaba a punto de golpear a la primer persona que se le apareciera, así que se alejó de su hermana y golpeó con la palma de la mano la pared que tembló — voy para allá —dijo y tomó su bolso, pero Luisa se le atravesó.—No te dejaré salir de aquí así —le dijo con rabia —calmate primero —Ana quiso empujarla, pero el celula
Ana sabía que era culpable de como terminaron explotando todos los acontecimientos de esa forma, pero no pretendía sentarse a llorar por eso, ella los había orillado a ambos a un inevitable enfrentamiento, pero fue su decisión pelearse a puño limpio y ella no pretendía hacerse la sufrida. Había cometido ese error y estaba afrontando las consecuencias de le peor manera, por eso, cuando llegó a casa con la nariz aun sangrando, lloró largo y tendido, desahogando toda la rabia y la frustración, y luego se puso de pie, se sacó los algodones que tenía dentro de las fosas nasales y pasó la siguiente semana buscando un trabajo nuevo, pero no quiso siquiera poner In Premiere como referencia laboral, no sabía a ciencia cierta en qué términos había terminado con Eduardo, pero estaba segura que había metido la pata lo suficiente mente hondo como para que el hombre no diera buenas referencias de ella, y así pasó esa semana y la siguiente, y siempre regresaba a casa con las manos vacías.—No te pre
Luisa había pedido permiso a Ana para ir a la casa de una amiga, y Ana se sintió mal por ello, la muchacha se había portado más como una hermana mayor que ella misma.Después de subir a la camioneta de Eduardo Ana cruzó los dedos por encima del regazo, no solo quería, si no que necesitaba, decirle al hombre lo que sospechaba, pero esperó a que él dijera la primera palabra.—La madre superiora del orfanato en que crecí me llamó —le dijo y Ana se encogió de hombros.—Qué chismosa —dijo Ana y Eduardo ladeó la cabeza con una sonrisa.—Es verdad, Ana —ella lo miró —el accidente en que mis padres murieron fue el mismo que tuviste con los tuyos —Ana le apartó la mirada, por más tiempo que pasara, siempre el recuerdo de aquella noche le hacía un vacío en el estómago.—¿Siempre lo supiste? —le preguntó y aunque no lo estaba mirando notó como bajó la cabeza.—Desde el día que pediste trabajo en el periódico, te mandé a investigar, bueno, no me malinterpretes, lo hago con cada empleado de In Pre
A Ana le temblaron las manos mientras buscaba el contacto de Luisa, Eduardo intentaba encender la luz, pero Ana escuchaba como derribaba las cosas de la repisa en su intento por encontrar el interruptor. Encontró el contacto y marcó, mientras esperaba a que ella tomara la llamada respiró profundo, tenía que calmarse, ya no estaba dispuesta que aquel hombre de Jábico la siguiera atormentando.—Ana —dijo la voz de su hermana al contestar —Ana estoy sangrando —Ana respiró profundo, cuando el hacker llamó a Luisa haciéndose pasar por Ana, su hermana le había dicho que su voz no había sonado como era realmente.—¿Qué te pasó? —le preguntó Ana con seguridad y cuando Eduardo encontró el interruptor y encendió la luz Ana notó el desorden que había hecho.—Ana, voy a morir, estoy muriendo —le dijo y Ana sonrió de lado, al fondo, muy atrás pero relativamente evidente, la voz sonaba un poco robótica, como si le hubieran puesto un poco de auto tune.—Este juego socio ya no te va a funcionar —le d
Eduardo bajó a la cocina unos cuarenta minutos después extrañado, llevaba mucho esperando y cuando la encontró sentada en la mesa de la cocina mirando las luces de la ciudad supo que algo estaba mal al ver el terrible semblante que tenía la mujer.—Ana —le dijo y ella dio un respingo —te esperé, ¿todo está bien? — rodeó la mesa para mirarla de frente y cuando le vio los ojos enrojecidos e hinchados se sentó frente a ella.Ana no quería mirarlo a la cara ¿cómo sería capaz de decirle que ella era la que le había arruinado la vida?—Fui yo —dijo y el llanto le impidió ver —fui yo —repitió y Eduardo se acercó hacia ella para apartarle las manos de la cara.—¿De qué hablas? Tranquila —Ana negó, no podía estar tranquila.—Fui yo quien llevó el virus a In Premiere —Eduardo se la quedó mirando y luego negó con la cabeza.—Explicame de qué hablas —Ana intentó hablar, pero necesitó un momento para respirar, y mientras tanto Eduardo se mordía tan fuerte la lengua que creyó hacerla sangrar.—Cuan
Las instalaciones de in Premiere parecían un lugar abandonado, estaba sumido en un terrible silencio y soledad, y el saber que estaba bajo el poder del hacker de Jábico puso a Ana terriblemente nerviosa, se sintió observada mientras caminaba por la sala de espera y la recepción y apuró a Álvaro para que llegaran hasta las escaleras, ni siquiera quiso subir al ascensor. —Pienso que estás exagerando —le dijo él mientras subían las escaleras, pero Ana no quiso contestarle, temía incluso que el hombre pudiera escucharlos a través de las paredes. Álvaro se quedó en el piso en que estaba su oficina y Ana continuó hasta el último. Cuando subió vio a través de la ventana a Eduardo que sostenía una caja entre las manos y miraba por la ventana. Cuando Ana entró él le sonrió con tristeza. —¿Crees que regrese alguna vez aquí? —le preguntó él y Ana lo abrazó por la espalda, durante los últimos días se había unido tanto al hombre que no fue capaz de imaginarse no poder verlo a diario. —No lo sé
Ana arañó el suelo con fuerza, los ojos se le llenaron de lágrimas de la rabia tan cegadora que la invadió en aquel momento. Levantó la cabeza y vio a Álvaro recostado contra la puerta mientras el fuego comenzaba a expandirse, y Eduardo estaba acostado en el suelo tratando de respirar. Ana se arrastró hacia él y golpeó con el puño cerrado el vidrio endurecido de la puerta.—No hagas esto —le dijo al hombre, aún tenía el teléfono en el oído y lo escuchó reír.—La verdad dudé que las cosas me salieran tan bien —dijo el hombre —pero resultó bastante fácil hacerlos entrar a las habitaciones, como un par de borreguitos.—¡Dejalos ya! —le gritó Ana y golpeó el vidrio con fuerza.—Dejaré ir a uno, dime a quien vas a salvar, es una decisión fácil, o no tanto para ti —la voz de Alexandra le llegó a través del auricular.—Ya casi lo ubicamos, Ana, entretenlo —le dijo y ella cerró los ojos.—Fuiste tú el que manipuló todo, hiciste que la noticia saliera a nombre de Eduardo.—Dile cosas que lo ha
Cuando Ana había despertado en la camilla del hospital unas horas después, lo primero que sintió fue la mano de Eduardo apretando la suya, y le sonrió y ella le sonrió de vuelta, todo había salido bien. La noticia de la captura del hacker que había tenido a imprimiere en su poder le dio la vuelta al mundo nuevamente, el hombre había intentado huir y había sido abatido en el proceso, y cuando Ana le vio la cara en la imagen que ella misma publicó en SOLE sintió un escalofrío, era un hombre exageradamente delgado y pálido, con unas ojeras marcadas y una mirada profunda y dolida, era verdad que había perdido todo en la vida y cumplió la promesa de que le hizo a Ana, trató de vengarse hasta que su cuerpo expiró el último aliento. Ana no pudo entender como el alma puede llegar a envenenarse con tanto odio.Habían pasado varias semanas, Álvaro se había ido del país y la despedida le resultó a Ana más nostálgica de lo que hubiera podido imaginar.—Les deseo toda la felicidad que se merecen