Capítulo 3
En el pasado, también le había mencionado a Kaelan la posibilidad de divorciarnos, pero cada vez que veía que realmente se enfadaba, no podía evitar bajar el tono de mi voz y trataba de reconciliarnos, rogándole que me perdonara. Por eso él pensaba que esta vez era solo otra de mis rabietas pasajeras.

Le respondí: —Kaelan, esta vez hablo en serio. Vamos a divorciarnos. Nos vemos mañana a las nueve y media en la entrada del registro civil.

Kaelan contestó al instante: —Está bien, si de verdad quieres el divorcio, te concederé el deseo.

No le respondí más.

A la mañana siguiente, Nyssa y yo llegamos puntual, y no pasó mucho tiempo hasta que Kaelan apareció, acompañado de Calista.

Kaelan y Calista habían salido juntos de la universidad, pero una serie de malentendidos los separaron. Sin embargo, después de tantos años, Kaelan nunca dejó de pensar en ella.

Miré al perro en brazos de Calista, y el triste recuerdo de mi abuela en sus últimos momentos se clavó en mi pecho, llenándome de un dolor profundo.

Kaelan se acercó y, con una ligera mirada hacia mí, comenzó a caminar hacia la entrada.

Con frialdad, le dije: —Espera un momento, Nyssa también va a divorciarse. Elion aún no ha llegado.

Kaelan respondió: —¿Aria, acaso no te basta con tus propias decisiones? ¿Es que necesitas que toda la familia se divorcie para sentirte satisfecha?

Al escucharlo, Nyssa explotó con una furia incontrolable: —Soy yo quien quiere el divorcio; Aria no tiene nada que ver. ¿O es que no sabes qué clase de persona es tu propio hermano? Los dos son iguales, ¡ninguno vale en realidad la pena!

Calista sonrió y dijo: —Señorita Nyssa, solo intentábamos ser amables. No hay necesidad de insultar.

Luego me miró y continuó: —Kaelan solo intenta que no te dejes influenciar por Aria. No quiere que actúes de forma precipitada con Elion.

La miré directamente y le respondí: —¿Kaelan se ha quedado sin voz o desde cuándo necesitas hablar por él?

Calista miró a Kaelan con una expresión de tristeza fingida.

—Lo siento, hermano Kaelan, fue mi error por decir algo que molestó a la señorita Aria.

Kaelan dijo en un tono severo: —Aria, ya basta.

Lo miré con desprecio.

Kaelan, claramente molesto, me reprendió: —¿Qué te ha hecho Calista? Primero no querías que la ayudara a buscar a su perro, y ahora te ensañas contra ella sin motivo alguno.

Con voz suave, Calista añadió: —Señorita Aria, no malinterprete las cosas. Kaelan solo me estaba ayudando a buscar a Toby, no hay nada más entre nosotros.

—Pero, aun así, no debiste maldecir a tu abuela solo para que Kaelan volviera. Es algo muy desafortunado, especialmente dado que ella ya era una persona mayor.

Kaelan me miró con desprecio y agregó: —Y pensar que tu abuela te adoraba tanto, Aria. Qué falta de respeto has mostrado hacia ella.

Saqué del bolso el certificado de defunción de mi abuela y lo extendí frente a él.

—Kaelan, abre muy bien los ojos y observa: mi abuela ha muerto. ¡Ella murió!

—El mismo día en que estabas ayudando a Calista a buscar a su amado perrito, mi abuela sufrió un infarto repentino. Te rogué que volvieras para salvarla, y te negaste. Para ti, la vida de un perro fue más importante que la de mi abuela. ¿Te atreves a cuestionar mi dignidad?

Kaelan echó un vistazo al documento y, con una sonrisa aterradora, respondió: —Soy el médico de tu abuela. Conozco su estado de salud mejor que tú. No esperaba que fueras tan lejos como para falsificar un certificado de defunción solo para engañarme. Realmente me has decepcionado.

—No creas que no veo tus oscuras intenciones. No quieres el divorcio en realidad; solo estás usando un documento falso para manipularme y hacerme sentir culpable. Pero te aviso: esta vez no voy a darme vencido. Eres tú quien ha estado insistiendo en el divorcio.

Cerré los ojos por un momento, sintiéndome agotada. No tenía ni el interés ni las ganas de seguir explicándole.

Lo que él pensara de mí ya no me importaba en lo absoluto.

—Kaelan, ¡eres increíblemente estúpido!

Al escucharme llamarlo estúpido, su expresión se oscureció al instante. Yo lo había amado profundamente, nunca habría soñado insultarlo de esta manera.

Justo cuando estaba a punto de responder, Elion llegó.

Nyssa y yo intercambiamos una despetiva mirada y, sin más palabras, avanzamos hacia el interior.

No había mucha gente en la fila, y los trámites del divorcio se concluyeron rápidamente.

Durante todo el proceso, sentí la mirada de Kaelan sobre mí, esperando que yo diera marcha atrás y pidiera que no nos divorciáramos. Pero no lo hice; ni siquiera le dirigí una mirada.

Al salir, el perro de Calista se lanzó como bala, hacia mí de repente, y por instinto, lo aparté.

—No lastimes a Toby,— exclamó Calista, apresurándose a proteger a su perrito. En su prisa, perdió el equilibrio y cayó al suelo.

Kaelan la levantó de inmediato, con evidente preocupación en su voz.

—Calista, ¿estás bien?

Luego me miró furioso y dijo: —Aria, pídele disculpas en este momento a Calista.

Lo ignoré y me di la vuelta para irme.

Kaelan vino detrás de mí, intentando sujetarme del brazo. Pero, de alguna manera, perdió el equilibrio y terminó empujándome desde las escaleras.

—¡Ah!

Grité mientras caía, y, por instinto, me llevé las manos al abdomen, pero fue en vano.

—Me duele… me duele muchísimo el estómago…

Nyssa corrió asustada hacia mí y, al ver mi expresión de dolor mientras me sujetaba el vientre, sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Aria, no tengas miedo, estarás bien, estarás bien.

Mientras llamaba temblorsa una ambulancia, gritó con desesperación hacia Kaelan: —¡Kaelan, ¿es que no sabías que Aria está embarazada? ¿Cómo pudiste empujarla?!

Kaelan miró la sangre que comenzaba a salir de mí, y sus ojos se abrieron con horror, quedándose paralizado.

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