—¡Tú mismo lo has dicho! —el hombre rugió con una risa muy maliciosa. Ante tantas personas, no le preocupaba que Lorenzo se retractara de su palabra. Luego, levantó temblorosamente su mano derecha mutilada y la extendió frente a Lorenzo.

—Si no puedes hacerlo tú mismo, ¡te ayudaré a cortar el dedo! —le dijo con una sonrisa malévola.

Lorenzo ignoró por completo al hombre y aplicó un poco de ungüento en su dedo roto.

El hombre de repente cambió de expresión:

—¡Me quema! ¡Me pica muchísimo! ¿Qué clase de medicina es esta?

—¡Lárgate y deja de hablar tonterías!

Lorenzo lo pateó con fuerza hacia al suelo.

—No he hecho nada aún y ya me estás atacando. ¡Te mataré! —rugió el hombre, levantándose furioso y preparándose para contraatacarlo.

De repente, alguien gritó con gran frenesí:

—¡El dedo! ¡El dedo está creciendo de nuevo!

El hombre quedó atónito al ver que los tres dedos de su mano derecha volvían a crecer como brotes emergiendo de una cáscara rota. Su expresión se congeló por completo en