—¡Todo es culpa tuya! ¡Eres un desgraciado perdedor! ¡Esto no te lo dejaré pasar! Con los ojos mirando fijamente, lanzó amenazas: —¡Solo arruinaron mi carrera, pero aún tengo dinero! ¡Puedo vivir despreocupadamente fuera de este círculo! Deberías tener más cuidado al caminar solo por la noche. ¡Espero que no termines muerto en la calle al día siguiente!

Con esas palabras, se dio la vuelta, listo para marcharse. Pero la voz aterradora de Lorenzo lo detuvo en seco: —¿Quién dijo que puedes irte?

Renato se volteó decidido y lo insultó con furia: —¿Qué pasa, perdedor? ¿Quieres pelear? Solo porque pudiste hacer que me vetaran en la industria del entretenimiento no significa que puedas controlarlo todo en Costamar. ¡Conozco a algunos tipos fuertes! ¿Cómo te atreves a lastimarme, pedazo de basura?

Lorenzo se rio fríamente: —¿Los «tipos fuertes» tienen unos brazos tan fuertes como el hombre detrás de ti?

Renato se quedó perplejo y miró instintivamente hacia atrás, ¡sintiendo un fuerte escalofrí