Capítulo129
Pero lo que vieron fue...

—¡Señor Reyes, has hablado tanto, ¿seguro que te has quedado ahora sin voz? ¡Ven, toma un poco de té!

—Señor Reyes, ¿qué te parece mi técnica de masaje?

—¡Ay, señor Reyes, esta silla es de muy mala calidad! ¡Ven, siéntate en la mía! ¡Es ergonómica!

Una docena de jóvenes mimadas se agrupaban animadamente alrededor de Lorenzo, masajeando sus piernas, preparándole frutas, adulándolo como si fuera su rey.

—¿Qué está pasando aquí? —le preguntó Yelena con gran asombro al entrar.

—Señorita Reyes, no los he obligado, ¡lo hacen voluntariamente! ¡No puedo evitarlo, su gran hospitalidad es abrumadora!

Lorenzo se encogió de hombros, aparentemente bastante tranquilo.

—¡Y tira el agua en el inodoro después, por favor! ¡Deja de beberla en secreto! —agregó con total frustración.

—Pero cualquier cosa que tenga la esencia del señor no es inútil. ¡Al menos nos hace sentir una pequeña parte de su valiosa grandeza! —respondieron con gran entusiasmo los jóvenes.

¡Esos aduladores es
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